viernes, 30 de noviembre de 2012

Confío en el Señor Jesús


Jeremías 17:7-8; Salmo 1:1-3; Proverbios 3:3-10; Josué 1:5-9; Juan 15:1-8

"Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto."

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!

Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón. Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente. Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser. Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas.  Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo.

Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré.  Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados.  Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas.  Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.  Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado.   Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí.  Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman.  Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, lo que quieran pedir se les concederá. Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Confío en el Señor Jesús con todo mi corazón y mantengo toda mi confianza con sagacidad en Su  Palabra porque es la verdad para mi vida. Soy como un árbol plantado junto a agua pura  que extiende sus raíces hasta los bordes de las corrientes. No temo al calor que pueda venir, porque mis hojas siempre permanecen verdes.  No me verán estresado, ni con ansiedad – aunque sea tiempo de sequía-- porque el Señor Jesús es mi fuente y nunca dejaré de dar  frutos.
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Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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miércoles, 28 de noviembre de 2012

El Señor Jesús, sigue sanando a los enfermos.


Lucas 7:21-23; Efesios 1:17-23; Marcos 16:15-20; Isaías 61:1-3; Lucas 10:19; Juan 17:20-26; 2 Timoteo 3:5

En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades,  plagas y espíritus malos,  y a muchos ciegos les dio la vista.
Respondiendo Jesús,  les dijo: 
 --Id,  haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven,  los cojos andan,  los leprosos son limpiados,  los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí.

Al Elohim de nuestro Señor Jesús, el Padre glorioso, que les dé el Espíritu de sabiduría y revelación, para que así puedan tener pleno conocimiento de El.   Yo oro que Él les dé luz a los ojos de sus corazones, para que entiendan la esperanza a la cuál los ha llamado; cuales son Sus riquezas en Gloria que hay en la herencia que Él ha prometido a Su pueblo; y qué supereminente grandioso es Su poder obrando en nosotros, los que confiamos en Él. Actúa con la misma fuerza poderosa que Él usó cuando levantó a Jesús de los muertos y lo sentó a Su mano derecha en el cielo, por encima de todo gobernador, autoridad, poder, dominio o cualquier otro nombre que se pueda mencionar en este mundo o en el mundo venidero. También Él ha puesto todas las cosas bajo sus pies y se hizo la cabeza sobre todas las cosas para la Asamblea de creyentes (la iglesia), que es Su cuerpo, la expresión máxima de Él, quién llena toda la creación.

Entonces, les dijo: "Cuando vayan por todo el mundo, proclamen las Buenas Noticias a toda creación. El que confíe y sea bautizado, será salvo; el que no confíe, será condenado.  Y estas señales acompañarán a aquellos que sí confían: En Mi Nombre expulsarán demonios, hablarán en nuevas lenguas,   no se harán daño si manipulan serpientes o beben veneno, y sanarán a los enfermos por imponer sus manos sobre ellos."  Así que, después que les hubo hablado, el Señor Jesús fue llevado a lo alto dentro del cielo y se sentó a la mano derecha de YAHWEH.  Y ellos salieron y proclamaron en todas partes, mientras el Señor, trabajando con ellos, confirmaba el mensaje con las señales que acompañaban.

"El Espíritu de YAHWEH está sobre mí; por lo tanto, me ha ungido para  anunciar las Buenas Noticias a los pobres; me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos, y vista renovada a los ciegos a proclamar el año del favor de YAHWEH." Y el día de venganza de nuestro Elohim; para consolar a todos los que lloran, sí, para proveer para aquellos en Sion que están de luto, dándoles gloria en lugar de cenizas, el aceite de gozo en lugar a los enlutados, manto de alabanza en lugar de espíritu abatido, para que sean llamados generaciones de justicia  plantados por YAHWEH para gloria.

Recuerden, les he dado autoridad para que puedan hollar serpientes y escorpiones, en realidad sobre todas las fuerzas del enemigo; y permanezcan completamente sin que los dañe.

"Oro, no sólo por éstos, sino también por aquellos que confiarán en mí por la palabra de ellos, para que todos puedan ser uno, así como Tú, Padre, estás unido a mí y Yo contigo, oro que ellos puedan estar unidos con nosotros, para que el mundo pueda creer que Tú me enviaste. La gloria que Tú me has dado, Yo he dado a ellos; para que ellos sean uno, como nosotros somos uno. Yo, unido con ellos y Tú conmigo, para que ellos sean completamente uno, y el mundo de esta manera se de cuenta que Tú me enviaste, y que Tú los has amado tanto como me has amado a mí. "Padre, Yo quiero que los que Tú me has dado, estén conmigo donde Yo esté; para que ellos puedan ver mi gloria, que Tú me has dado, porque me has amado desde antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo todavía no te ha conocido, y esta gente ha conocido que Tú me enviaste. Yo les he dado a conocer Tu Nombre, y continuaré dándolo a conocer; para que el amor con el que me has amado pueda estar en ellos, y Yo mismo pueda estar unido con ellos."

Según retienen la apariencia externa de religión, pero niegan su poder. ¡Mantente alejado de personas como éstas!


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


He experimentado el poder maravilloso de Dios a través del Señor Jesús.  Su poder Sanador va conmigo dondequiera que yo voy.  Los ciegos ven, los sordos oyen, el cojo se levanta y camina, los muertos resucitan a la vida y los pobres encuentran el camino a la vida abundante de riquezas.  A través de Jesús todo demonio se sujeta a mi autoridad.  Por el Espíritu de Dios que Él ha puesto en mi, estoy seguro que el sigue sanando. Y no me voy ofenderme o resentirme a causa de las manifestaciones estas bendiciones, sino que las considero como resultados fundamentales de haberme convertido en uno en el Señor Jesús. ¡Nunca rechazaré las manifestaciones del poder de Dios en mi vida!
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Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

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martes, 27 de noviembre de 2012

El Señor Jesús me ha purificado con Su Sangre.


Hechos 10:15; Hebreos 10:14-17, 29;  2 Corintios 5:17, 21; Efesios 2:4-10; Tito 1:15; 3:5

Por segunda vez le insistió la voz: --Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro.

Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando. También el Espíritu Santo nos da testimonio de ello. Primero dice: "Éste es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su corazón, y las escribiré en su mente." Después añade: "Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades."

¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que merece el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha profanado la sangre del pacto por la cual había sido santificado, y que ha insultado al Espíritu de la gracia?

Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!

Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales, para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.

Para los puros todo es puro, pero para los corruptos e incrédulos no hay nada puro. Al contrario, tienen corrompidas la mente y la conciencia.

Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


Lo que el Señor Jesús mi Dios ha limpiado con Su sangre no lo llamaré común y ni profano.   Dios me ha limpiado y me ha declarado limpio. Por lo tanto, me veo limpio y no voy a contradecir al Señor Jesús y restar importancia a Su obra viéndome como un gusano profano lleno de pecado. (De hecho no soy un pobre pecador salvo por gracia, sino que fui un pecador salvado por la gracia inmerecida del Señor Jesus).  Sino que me veo en pie delante de Dios Padre a través del Señor Jesús, no por mis propias obras sino por la justificación que el Señor Jesús me ha dado.
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Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

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lunes, 26 de noviembre de 2012

Jesús Es Mi Pan de Vida


Juan 6:35-40; Efesios 1:13-14; Romanos 8:1; 10:8-10; 2 Timoteo 1:7; Juan 10:7-18; Judas 1:23

Yo soy el pan de vida --declaró Jesús--. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed. Pero como ya les dije, a pesar de que ustedes me han visto, no creen. Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo. Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la del que me envió. Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final. Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.

En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que  les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. Éste garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria.

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús.

¿Qué afirma entonces? "Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón."* Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.

Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Por eso volvió a decirles: "Ciertamente les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.  Todos los que vinieron antes de mí eran unos ladrones y unos bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo.  Se moverá con entera libertad, y hallará pastos. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas. Cuando ve que el lobo se acerca, abandona las ovejas y huye; entonces el lobo ataca al rebaño y lo dispersa. Y ese hombre huye porque, siendo asalariado, no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Por eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla. Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla. Éste es el mandamiento que recibí de mi Padre.

A otros, sálvenlos arrebatándolos del fuego. Compadézcanse de los demás, pero tengan cuidado; aborrezcan hasta la ropa que haya sido contaminada por su cuerpo.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

El Señor Jesús es mi Pan de Vida.  Creo en Él con todo mi corazón.  No le he visto pero creo en mi Señor Jesús, creo en Su Palabra. El Padre Celestial ha confiado mi seguridad eterna a Él. Me he vuelto a el Señor Jesús y  no me desprecia. Él me ha dado Su Palabra donde dice que no hay absolutamente ninguna razón para rechazarme. Debido a que el Señor  Jesús vive en mí porque le he dado  mi vida,  ahora no tengo ningún temor.   El Señor Jesús mi Dios hace la voluntad del Padre Celestial y esta es la voluntad del Padre: que nunca me pierda. Sé que tengo nueva vida y que el Señor Jesús me levantará en el día final. El Señor  Jesús es el Buen Pastor de mi vida. Él no permitirá que me aparte de la manada para ser devorado por los lobos.  Ahora soy hijo de Dios. Yo creo en el Señor Jesús con todo mi corazón. La seguridad de la vida eterna se basa en mi fe en el Señor Jesús y Su Palabra.  Y la vida eterna es: Conocer al Padre y conocer a Su Hijo y yo los conozco cada día más y más.
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Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

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domingo, 25 de noviembre de 2012

El Señor Jesús mi Dios me toma con grandes misericordias


Isaías 54: 7 – 10; Jeremías 29:11; Romanos 5:10; 2 Corintios 4:17; Salmo 119:65; Romanos 8:38-39; Salmo 103:1-6; Hebreos 8:6; 10:15-17

“Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti”, dice Jehová, tu Redentor. Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra. Asimismo he jurado que no me enojaré contra ti ni te reñiré. Porque los montes se moverán y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia ni el pacto de mi paz se romperá.

Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.

Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida!

Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.

Tú, Señor, tratas bien a tu siervo, conforme a Tu Palabra.

Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los  demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser Su santo Nombre.  Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.  Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; Él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; Él colma de bienes tu vida  y te rejuvenece como a las águilas. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos. Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al pueblo de Israel. El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor. No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente. No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades.  Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra.  Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente.    Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos.  Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro. El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos,   con los que cumplen Su pacto y se acuerdan de Sus preceptos para ponerlos por obra.  El Señor ha establecido su trono en el cielo; su reinado domina sobre todos.  Alaben al Señor, ustedes sus ángeles, paladines que ejecutan su palabra y obedecen su mandato.  Alaben al Señor, todos sus ejércitos, siervos suyos que cumplen su voluntad. Alaben al Señor, todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio. ¡Alaba, alma mía, al Señor!

Pero el servicio sacerdotal que Jesús ha recibido es superior al de ellos, así como el pacto del cual es mediador es superior al antiguo, puesto que se basa en mejores promesas.

También el Espíritu Santo nos da testimonio de ello. Primero dice: Éste es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su corazón, y las escribiré en su mente. Después añade: "Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades."

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

El inmenso amor del Señor Jesús me ha sacado de la tierra de la oscuridad; por lo que hoy tengo en una comunión permanente y perfecta con Él.  Todas Sus acciones hoy muestran una profunda compasión y bondad eterna hacia mí.  Aunque las montañas se tambaleen y las colinas sean quitadas, el amor de Dios hacia mí no fallará porque grande es Su misericordia y Su pacto conmigo no se romperá.
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Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

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viernes, 23 de noviembre de 2012

El Señor Jesús reina con sabiduría y justicia en mi vida


Jeremías 23:4-6; Salmo 23, 91:11-12; Hebreos 1:14; Éxodo 23:20-23; 2 Timoteo 1:7; 1 Corintios 1:30; 2 Corintios 5:21

Pondré sobre ellas pastores que las pastorearán, y ya no temerán ni se espantarán, ni faltará ninguna de ellas afirma el Señor.  Vienen días afirma el Señor, en que de la simiente de David haré surgir un vástago justo; él reinará con sabiduría en el país, y practicará el derecho y la justicia. En esos días Judá será salvado, Israel morará seguro. Y éste es el nombre que se le dará: El Señor es nuestra salvación.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Por amor a Su Nombre.  Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta.  Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar. La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre.

Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos. Con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna.

¿No son todos los ángeles espíritus dedicados al servicio divino, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación?

Date cuenta, Israel, que yo envío mi ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te lleve al lugar que te he preparado. Préstale atención y obedécelo. No te rebeles contra él, porque va en representación mía y no perdonará tu rebelión. Si lo obedeces y cumples con todas mis instrucciones, seré enemigo de tus enemigos y me opondré a quienes se te opongan. Mi ángel te guiará y te introducirá en la tierra de estos pueblos que voy a exterminar: tierra de amorreos, hititas, ferezeos, cananeos, heveos y jebuseos.

Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Pero gracias a él ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría --es decir, nuestra justificación, santificación y redención.

Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador,* para que en él recibiéramos la justicia de Dios.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS
El Señor Jesús ha puesto a mi disposición a los ángeles de Dios para guardarme y ayudarme en mis necesidades.  Ellos velan para que salga ileso y nunca me he quedado sin atención, por lo que no tengo razones para temer.  Jesús es mi Señor y Rey.  Él reina sobre mí, con sabiduría  haciendo sólo lo que es justo y correcto para mí.  Él es mi justicia y mi escudo de protección.  Vivo con plena seguridad a cada segundo, de cada minuto, de cada hora, de cada día.
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Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Soy Dichoso en el Señor Jesús, mi Dios


Salmo 144:12-15; Proverbios 3:9-10; Salmo 1:1-3; 33:12; 91:1-2; 128:3; Isaías 46:4; 61:1-3; Deuteronomio 4:39-40; 3 Juan 2-3


Que nuestros hijos,  en su juventud, crezcan como plantas frondosas; que sean nuestras hijas como columnas esculpidas para adornar un palacio. Que nuestros graneros se llenen con provisiones de toda especie.   Que nuestros rebaños aumenten por millares, por decenas de millares en nuestros campos. Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas; que no haya brechas ni salidas, ni gritos de angustia en nuestras calles. ¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto!  ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!

Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas.   Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que escogió por su heredad.

El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.   Yo le digo al Señor: "Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío."

En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo.

Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré.

El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sión. En vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria.

Reconoce y considera seriamente hoy que el Señor es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro.  Obedece sus preceptos y normas que hoy te mando cumplir. De este modo a ti y a tus descendientes les irá bien, y  permanecerán mucho tiempo en la tierra que el Señor su Dios les da para siempre.

Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de  buena salud, así como prosperas espiritualmente. Me alegré mucho cuando vinieron unos hermanos y dieron testimonio de tu fidelidad, y de cómo estás poniendo en práctica la verdad. Nada me produce más alegría que oír que los hijos Dios practican la verdad.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS
Mis hijos son como plantas al cuidado del Señor Jesús, el Gran Maestro de los agricultores. El Señor Jesús el Ungido de Dios les da el crecimiento espiritual a lo largo de sus días.  Mis hijas son como columnas esculpidas que adornan la casa de Dios y son como monumentos que irradian el resplandor de la gloria del Señor Jesús mi Dios. Mis alacenas están llenas hasta rebosar de todo tipo de provisión. Todo lo que produzco aumenta continuamente por miles y decenas de miles. Mis camiones traen carga pesada llena de la abundancia de mi cosecha. Estoy cubierto bajo el manto de Dios y no hay pérdidas de mis cosechas. Nunca estaré en cautividad o gritaré por el peligro en las calles. Mi Padre Celestial es el Señor de los Ejércitos. Y bajo guía del Espíritu Santo, constantemente en torno a Su protección, me mantendré sano, feliz y próspero todos los días de mi vida.  Soy dichoso en el Señor Jesús. Aleluya. Aleluya.  Amen. 
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Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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martes, 20 de noviembre de 2012

El Señor Jesús revela la Sabiduría de Dios.


1 Corintios 2:6-10; Mateo 13:11-15; Romanos 8:28-30; 1 Corintios 14:2, 13;    Daniel 2:22-23

En cambio, hablamos con sabiduría entre los que han alcanzado madurez, pero no con la sabiduría de este mundo ni con la de sus gobernantes, los cuales terminarán en nada. Más bien, exponemos el misterio de la sabiduría de Dios, una sabiduría que ha estado escondida y que Dios había destinado para nuestra gloria desde la eternidad.   Ninguno de los gobernantes de este mundo la entendió, porque de haberla entendido no habrían crucificado al Señor de la gloria. Sin embargo, como está escrito: "Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman."  Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios.

A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos; pero a ellos no.  Al que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Por eso les hablo a ellos en parábolas: "Aunque miran, no ven; aunque oyen, no escuchan ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: Por mucho que oigan, no entenderán; por mucho que vean, no percibirán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han tapado los oídos, y se les han cerrado los ojos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría.

Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.  A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.

Porque el que habla en lenguas no habla a los demás sino a Dios. En realidad, nadie le entiende lo que dice, pues habla misterios por el Espíritu.

Por esta razón, el que habla en lenguas pida en oración el don de interpretar lo que diga.

Él revela lo profundo y lo escondido, y sabe lo que se oculta en las sombras. ¡En él habita la luz!   A ti, Dios de mis padres, te alabo y te doy gracias. Me has dado sabiduría y poder, me has dado a conocer lo que te pedimos, ¡me has dado a conocer el sueño del rey!


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Predico de la sabiduría de Dios a aquellos que son maduros y capaces de escuchar. No es sabiduría de este siglo, o de aquellos considerados como líderes sabios de este mundo.  Por el contrario, les predico a aquellos que están listos, a ellos hablo sabiduría de Dios, la que una vez estuvo oculta, pero ahora se revela en y a través de nosotros, la cual Dios ideó y decretó desde la fundación del mundo para nuestra gloria que es del Señor Jesús en nosotros.  Esto fue escrito para el pueblo del antiguo pacto:  Ningún ojo ha visto, ni oído oyó, ni ninguna mente ha concebido lo que Dios ha preparado para los que le aman.  ¡Pero hoy Dios me lo ha revelado a mí, que soy Su hijo por haber recibido al Señor Jesús en mi corazón como mi Dios y mi Señor y por el Espíritu Santo que mora en mí! 
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Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

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lunes, 19 de noviembre de 2012

Alabo las maravillas que hace el Señor Jesús.


1 Crónicas 16:8-11; Salmo 105:1-15; Deuteronomio 4:9-10, 29, 40; Mateo 6:33; Romanos 8:9

¡Alaben al Señor, proclamen Su Nombre, testifiquen de sus proezas entre los pueblos! ¡Cántenle, cántenle salmos! ¡Hablen de sus maravillosas obras! ¡Gloríense en Su Nombre Santo! ¡Alégrense de veras los que buscan al Señor! ¡Refúgiense en el Señor y en su fuerza, busquen siempre su presencia!

Den gracias al Señor, invoquen Su Nombre; den a conocer sus obras entre las naciones. Cántenle, entónenle salmos; hablen de todas sus maravillas. Siéntanse orgullosos de Su Santo Nombre; alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su fuerza; busquen siempre su rostro.   Recuerden las maravillas que ha realizado, sus señales, y los decretos que ha emitido.  ¡Ustedes, descendientes de Abraham su siervo! ¡Ustedes, hijos de Jacob, elegidos suyos! Él es el Señor, nuestro Dios; en toda la tierra están sus decretos. Él siempre tiene presente Su Pacto, la palabra que ordenó para mil generaciones. Es el pacto que hizo con Abraham, el juramento que le hizo a Isaac.  Se lo confirmó a Jacob como un decreto, a Israel como un pacto eterno,  cuando dijo: "Te daré la tierra de Canaán como la herencia que te toca."  Aun cuando eran pocos en número, unos cuantos extranjeros en la tierra  que andaban siempre de nación en nación y de reino en reino, a nadie permitió que los oprimiera, sino que por ellos reprendió a los reyes: "No toquen a mis ungidos; no hagan daño a mis profetas.".

"¡Pero tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que han visto sus ojos, ni las aparten de su corazón mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos. El día que ustedes estuvieron ante el Señor su Dios en Horeb, él me dijo: Convoca al pueblo para que se presente ante mí y oiga mis palabras, para que aprenda a temerme todo el tiempo que viva en la tierra, y para que enseñe esto mismo a sus hijos.

Pero si desde allí buscas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás.

Obedece sus preceptos y normas que hoy te mando cumplir. De este modo a ti y a tus descendientes les irá bien, y permanecerán mucho tiempo en la tierra que el Señor su Dios les da para siempre.

Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.

Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Estoy muy agradecido por lo que mi Padre Celestial ha hecho por mí. Continuamente invoco Su nombre y doy a conocer Sus obras a todas las personas. Soy muy diligente en mi adoración al Señor Jesús.  Canto alabanzas continuamente.  Medito y comparto Sus obras sin cesar.  Mi corazón se regocija en Su presencia.  Soy constante en buscarlo con todas mis fuerzas.  Lo abrazo con amor y dispongo todo mi corazón al Señor Jesús continuamente, reconociendo Su presencia dentro de mí.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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