domingo, 1 de julio de 2012

Solo el Señor Jesús es la Roca donde afirmo para la batalla.


2 Samuel 22: 29-41; Efesios 2:6; Salmo 5:11-12; 12:6; 18:32; 27:1; 44:5; 119:105; Joel 2:1-11; Mateo 5:48; Hebreos 13:21; Isaías  33:16; Proverbios 4:12; Malaquías 4:3; 1 Juan 4:4; Santiago 4:7; Romanos 8:29-32

Tú eres,  oh Jehová,  mi lámpara; mi Dios,  que alumbra mis tinieblas. Contigo desbarataré ejércitos, con mi Dios asaltaré muros. El camino de Dios es perfecto y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan. Porque  ¿quién es Dios,  sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?  Dios es el que me ciñe de fuerza, quien despeja mi camino, quien hace mis pies como de ciervas  y me sostiene firme en las alturas;  el que adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para que se doble el arco de bronce. Me diste el escudo de tu salvación,  y tu benignidad me ha engrandecido. Ensanchaste mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado. Perseguiré a mis enemigos y los destruiré, no vuelvo hasta haberlos acabado. Los heriré y derrotaré, de modo que no se levanten. Caerán debajo de mis pies.
Me ceñiste de fuerzas para la pelea, has humillado debajo de mí a mis enemigos, y has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, para que yo destruyera a los que me aborrecen.

 Juntamente con él nos resucitó,  y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.

Pero alégrense todos los que en ti confían;  den voces de júbilo para siempre,  porque tú los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre.  Tú,  Jehová,  bendecirás al justo;  como con un escudo lo rodearás de tu favor.

Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho,  riego mi cama con mis lágrimas.

Dios es el que me reviste de poder  y quien hace perfecto mi camino;

Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré?  Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?

Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos;  en tu nombre hollaremos a nuestros adversarios.

Lámpara es a mis pies tu palabra  y lumbrera a mi camino.

Tocad la trompeta  en Sión  y dad la alarma en mi santo monte.  Tiemblen todos cuantos moran en la tierra,  porque viene el día de Jehová, porque está cercano:  día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra. Como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en los años de muchas generaciones.  Delante de él consumirá el fuego;  detrás de él abrasará la llama. Como el huerto del Edén será la tierra delante de él,  y detrás de él  como desierto asolado;  nadie habrá que de él escape. Su aspecto,  como aspecto de caballos,  y como gente de a caballo correrán. Como estruendo de carros saltarán sobre las cumbres de los montes; como sonido de llama de fuego que consume hojarascas, como pueblo fuerte dispuesto para la batalla.  Delante de él temerán los pueblos;  se pondrán pálidos todos los semblantes.  Como valientes correrán, como hombres de guerra escalarán el muro; cada cual marchará por su camino y no torcerá su rumbo. Nadie empujará a su compañero, cada uno irá por su carrera; y aun cayendo sobre la espada no  se herirán. Irán por la ciudad, correrán por el muro, subirán por las casas, entrarán por las ventanas   a manera de ladrones. Delante de él temblará la tierra  y se estremecerán los cielos;  el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas perderán su resplandor. Y Jehová dará su orden delante de su ejército, porque muy grande es su campamento y fuerte es el que ejecuta su orden;  porque grande es el día de Jehová  y muy terrible. 

Sed,  pues,  vosotros perfectos,  como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad,  haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo;  al cual sea la gloria por los siglos de los siglos.  Amén.

Este habitará en las alturas,  fortaleza de rocas será su lugar de refugio,  se le dará su pan  y sus aguas tendrá seguras.

Cuando andes,  no se acortarán tus pasos;  si corres,  no tropezarás.

Malaquías 4:3; 1 Juan 4:4; Santiago 4:7; Romanos 8:29-32


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.


Mi Señor Jesús es la Luz que siempre ilumina mi camino. A través de Su Santo Espíritu me da Sus instrucciones claras para mantenerme firme en el camino de Su Justicia.  Le hago frente al  enemigo, salto por encima de sus murallas y tomo la victoria que el Señor Jesús me ha dado. La Palabra de Dios está siempre en mi boca y en mi corazón, he puesto toda mi confianza en el Señor Jesús, Él es mi escudo y mi refugio!  Él es mi Roca y mi Castillo! Él dirige  mi camino e ilumina mi entendimiento mostrando Su plan para mi vida.  El Señor Jesús me ha liberado de todos los obstáculos.  Él hace mis pies como los de un ciervo: firmes y capaces – rápidos y elegantes.  En Él estoy seguro y soy capaz.  Mantengo una firme resistencia contra los ataques del enemigo. Él me ha puesto en las alturas  y me ha establecido con certeza firme y una audacia que no puede ser sacudida.  El adiestra mis manos para la batalla para que mis brazos tensen el arco de bronce. El Señor Jesús me ha dado el escudo de Su salvación.  Por Su gracia, me ha levantado y no caigo.  Su grandeza está dentro de mí y por Su fuerza puedo destruir al enemigo.  Me niego a dar marcha atrás! Mi Señor Jesús me ha ceñido con Su fuerza para la batalla.  No veo más que las espaldas de mis enemigos, ya que huyen completamente aterrorizados por La Palabra del Señor Jesus!


Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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