miércoles, 18 de enero de 2012

En el Señor Jesús he recibido la promesa del Espíritu.


En el Señor Jesús he recibido la promesa del Espíritu.

Hosanna en las Alturas, Jesús es el Señor  


Gálatas 3:22-29; 2:20-21; 4:4-6; Romanos 3:20-26; 4:11; 6:3-4; 8:17; 10:4; Juan 1:12; 3:3; 2 Corintios 5:17, 21

Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado,  para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuera dada a los creyentes. Pero antes que llegara la fe,  estábamos confinados bajo la Ley,  encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la Ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo,  a fin de que fuéramos  justificados por la fe. Pero ahora que ha venido la fe,  ya no estamos bajo un guía,  porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús,  pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo,  de Cristo estáis revestidos.  Ya no hay judío ni griego;  no hay esclavo ni libre;  no hay hombre ni mujer,  porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.  Y si vosotros sois de Cristo,  ciertamente descendientes de Abraham sois,  y herederos según la promesa.

Con Cristo estoy juntamente crucificado,  y ya no vivo yo,  mas vive Cristo en mí;  y lo que ahora vivo en la carne,  lo vivo en la fe del Hijo de Dios,  el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios,  pues si por la Ley viniera la justicia,  entonces en vano murió Cristo.

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo,  nacido de mujer y nacido bajo la Ley,  para redimir a los que estaban bajo la Ley,  a fin de que recibiéramos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo,  el cual clama:  "¡Abba,  Padre!"

Porque por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de él, ya que por medio de la Ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora,  aparte de la Ley,  se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la Ley y por los Profetas:  la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,  para todos los que creen en él,  porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, y son justificados  gratuitamente por su gracia,  mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre,  para manifestar su justicia,  a causa de haber pasado por alto,  en su paciencia,  los pecados pasados, con miras a manifestar en este tiempo su justicia,  a fin de que él sea el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

Y recibió la circuncisión  como señal,  como sello de la justicia de la fe que tuvo cuando aún no había sido circuncidado,  para que fuera padre de todos los creyentes no circuncidados,  a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia.

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados  en Cristo Jesús,  hemos sido bautizados en su muerte?,  porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo,  a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre,  así también nosotros andemos en vida nueva.

Y si hijos,  también herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo,  si es que padecemos juntamente con él,  para que juntamente con él seamos glorificados.

Pues el fin de la Ley es Cristo,  para justicia a todo aquel que cree.

Mas a todos los que lo recibieron,  a quienes creen en su nombre,  les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Le respondió Jesús: De cierto,  de cierto te digo que el que no nace de nuevo  no puede ver el reino de Dios.

De modo que si alguno está en Cristo,  nueva criatura  es:  las cosas viejas pasaron;  todas son hechas nuevas.

Al que no conoció pecado,  por nosotros lo hizo pecado,  para que nosotros seamos justicia de Dios en él.


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

He recibido lo prometido por el Padre Celestial por la fe en el Señor Jesús. No me he basado en las obras de la ley con el fin de alcanzar  la promesa; porque la Ley fue dada para que me guíe a el Señor Jesús, para que pudiera ser justificado que la confianza puesta en El. Por lo tanto, ya no estoy bajo la supervisión de la ley. Soy un hijo de Dios por la fe de Jesucristo, porque cuando fui bautizado en Cristo, fui revestido de Unción del Señor Jesús. Como todos mis hermanos en Cristo se han sido revestidos en la misma Unción de Jesucristo, ya no hay ninguna distinción entre razas, clases sociales o de género, porque todos somos uno en él. Soy un nacido de nuevo- hijo de Dios. Soy de Cristo. Por lo tanto, soy de la simiente de Abraham y heredero de la promesa.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv