miércoles, 25 de mayo de 2011

Tenemos Abogado Ante El Padre Celestial


1 Juan 2: 1-6     RV95
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Pero si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el justo. Él es la propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. En esto sabemos que nosotros lo conocemos, si guardamos sus mandamientos.  El que dice: «Yo lo conozco», pero no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él.  Pero el que guarda su palabra, en ese verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él.  El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


El hecho que crea y haya aceptado al Señor Jesús como mi Dios y Salvador no me da licencia para el pecado. Sin embargo, si peco, tengo a Uno que le habla a Dios Padre en mi defensa;  mi Señor y Salvador, Jesucristo el Justo. El es la propiciación (el mediador; el que me limpia)  mi pecado, y no sólo los míos, sino también los pecados de todo el mundo. Obedezco la Palabra de Dios con alegría de mi corazón. Cualquiera que diga: "Yo le conozco", pero no le gusta hacer lo que Él dice, el tal es un mentiroso que no conoce la verdad. La Palabra de Dios es preciosa para mí y la obedezco con alegría, a pesar de que en algún momento no he estado a la altura de la misma. Sin embargo, el deseo de mi corazón es obedecer sus mandamientos y vivir mi vida en pureza y santidad.  Debido a esto, el amor de Dios se manifiesta plenamente en mí. También que estoy en Él porque amo a Jesús y Él es El Caminó y tomo Su ministerio como mío.



Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.