lunes, 12 de marzo de 2012

Espíritu del Señor Jesús reposa en mi.


Isaías 11:2-5; Juan 14:12; Hecho 17:28; 1 Corintios 1:30; 2:6-16; 2 Corintios 5:7; Isaías 55:8-11
 
Y reposará sobre él el espíritu de Jehová: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.  Y le hará entender diligente en el temor de Jehová.  No juzgará según la vista de sus ojos ni resolverá por lo que oigan sus oídos, sino que juzgará con justicia a los pobres y resolverá con equidad a favor de los mansos de la tierra.  Herirá la tierra con la vara de su boca y con el espíritu de sus labios matará al impío.   Y será la justicia cinto de sus caderas, y la fidelidad ceñirá su cintura.
Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.

Puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos. Como algunos de sus propios poetas griegos han dicho: De él somos descendientes.

Pero gracias a él (Dios Padre)  ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría —es decir, nuestra justificación, santificación y redención—

En cambio, hablamos con sabiduría entre los que han alcanzado madurez,  pero no con la sabiduría de este mundo ni con la de sus gobernantes, los cuales terminarán en nada. Más bien, exponemos el misterio de la sabiduría de Dios, una sabiduría que ha estado escondida y que Dios había destinado para nuestra gloria desde la eternidad. Ninguno de los gobernantes de este mundo la entendió, porque de haberla entendido no habrían crucificado al Señor de la gloria.  Sin embargo, como está escrito: Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman. Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios.  Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido.  Esto es precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría humana sino con las que enseña el Espíritu, de modo que expresamos verdades espirituales en términos espirituales. El que no tiene el Espíritu  no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque  ¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?  Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo.

Vivimos por fe, no por vista.

Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el SeñoR.  Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra! Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que dé semilla al que siembra y pan al que come,  así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Estoy en la Unción de el Señor Jesús mi Dios y vivo por El y para El. El Espíritu Santo ha hecho morada dentro de mí y me  da sabiduría y entendimiento, me aconseja y me da de  Su poder, de conocimiento y temor a Dios  lleno de reverencia por el Padre Celestial. Mi mayor alegría es estar en la presencia de Dios confiando en El y viviendo para El.  No pongo mi confianza en lo que mis ojos ven o lo que mis oídos oyen. Confío en la Palabra de Dios. Trato a los pobres y oprimidos de la tierra con bondad, con rectitud y con justicia. Sé que el Castigo a los opresores viene de la  vara de mi boca de mi Señor – con Palabras poderosas que los  llevan a su destrucción. La justicia es mi  cinturón y la fidelidad es como una faja alrededor de mi cintura.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
hosanna.enriqueibarra@gmail.com

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