domingo, 20 de marzo de 2011

El Señor Jesús Es Mi Vida.


Salmo 30:2-7
Jehová, Dios mío, a ti clamé y me sanaste. Jehová, hiciste subir mi alma del seol. Me diste vida, para que no descendiera a la sepultura. ¡Cantad a Jehová, vosotros sus santos, y celebrad la memoria de su santidad!,  porque por un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida.
Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría.
En mi prosperidad dije yo: «No seré jamás conmovido», porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como a monte fuerte. Escondiste tu rostro, fui turbado

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Cuando la enfermedad viene contra mi cuerpo, me refugio en el Señor Jesús. Cuando invoco Su Nombre, Él me sana.  El Señor Jesús me libera de las garras de la tumba y me libra del maligno y la maldición.  Canto alabanzas para Jesús con un corazón sincero y recto, porque Él me ha dado un profundo conocimiento de Sus caminos y Su voluntad. Su ira dura sólo un momento, pero Su favor y la abundancia de Sus bendiciones para toda la vida. Pueda que llore durante la noche, pero Él me levantará con regocijo en la mañana. El Señor me ama y me favorece como a Su propio Hijo.  Él hace que me mantenga firme para que nunca sea sacudido. La fortaleza que Dios me ha dado se satura con Su unción. No seré derrotado ni vencido porque el Señor Jesús siempre está conmigo.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.