sábado, 10 de diciembre de 2011

Por la Sangre del Señor Jesús he sido acercado al Padre Celestial


Efesios 2:13-15; 1:7; Colosenses 1:20; 2:13-15; Hebreos 10:-19; 1 Pedro 1:18-19; Gálatas 4:4-6; Romanos 5:1-2; 1 Corintios 1:30; Génesis 49:10

Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo.  Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio  el muro de enemistad que nos separaba, pues anuló la ley con sus mandamientos y requisitos. Esto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz

En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia

 Y, por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz.

Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos  dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda  que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz.  Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo  los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.

Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo

Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto.

Pero cuando se cumplió el plazo,  Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba! ¡Padre!»

En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos  paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.  También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.

Pero gracias a él ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría —es decir, nuestra justificación, santificación y redención—

El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero Rey, quien merece la obediencia de los pueblos.


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Sin Cristo, estaba lejos de Dios y ajeno al pacto de la promesa del Espíritu Santo, sin esperanza y sin Dios en este mundo de tinieblas. Pero hoy he sido reconciliado con Dios y Padre Celestial por medio de la sangre del Señor Jesús. El Señor mismo ha aboliendo la Ley de Moisés que sobre toda carne, con sus mandamientos y preceptos, sino que me hizo esto para que recibiese el Espíritu Santo prometido y que meré.  Ahora soy hombre renacido y pertenezco  a un nuevo linaje de personas renacida en Cristo Jesús. Soy partícipe de la naturaleza divina. Soy un heredero de la familia de Dios.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv