lunes, 6 de junio de 2011

El Señor Me Ha revelado Su Nombre.


Mateo 16: 16-19; Mateo 6:10; Mateo 18:18; Marcos 3:27

 —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?  
 —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro.
 —Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —le dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo. Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta Roca edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.


·        Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
·        Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
·        Ahora bien, nadie puede entrar en la casa de alguien fuerte y arrebatarle sus bienes a menos que primero lo ate. Sólo entonces podrá robar su casa.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


El Padre Celestial me ha revelado el Nombre de Su Hijo. El Señor de Dios en quien ha sido fundada Su iglesia y Su nombre es Jesús el Cristo (Jesús el Ungido de Dios Su Hijo) y las puertas del reino de la muerte y el diablo no prevalecen contra Su iglesia.  Jesús me ha dado la clave para vivir en el reino de los cielos. Él me ha dado comprensión y autoridad para vencer los problemas de la vida.  Jesús me ha dado autoridad para atar y desatar.  Está escrito, y establecido como ley, que todo lo que ate en la tierra, es atado en el cielo y todo lo que desate en la tierra, es desatado en el cielo.  La norma que Dios ha determinado y establecido en el cielo, es lo que ahora vivo en esta tierra.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.