miércoles, 30 de noviembre de 2011

El Señor Jesús sustenta todo con el poder de Su Palabra.


El Señor Jesús sustenta todo con el poder de Su Palabra.

Hosanna en las Alturas, Jesús es el Señor  

 

Hebreos 1:1-4; Números 12:6; Juan 1:1-5, 14; 14:7-11; 16:13-14; Colosenses 1:17; Romanos 4:24; 5:2; Galatas2:20
Dios,  habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres  por los profetas,  en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo,  a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo.  Él,  que es el resplandor  de su gloria,  la imagen misma de su sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,  habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados  por medio de sí mismo,  se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,  hecho tanto superior a los ángeles cuanto que heredó más excelente nombre que ellos
Y Jehová les dijo: Oíd ahora mis palabras.  Cuando haya entre vosotros un profeta de Jehová,  me apareceré a él en visión,  en sueños le hablaré.

En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios  y el Verbo era Dios.   Este estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas,  y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho.  En él estaba la vida,  y la vida era la luz de los hombres.  La luz resplandece en las tinieblas,  y las tinieblas no la dominaron.

 Y el Verbo se hizo carne  y habitó  entre nosotros lleno de gracia y de verdad;  y vimos su gloria,  gloria como del unigénito del Padre.

No se turbe vuestro corazón;  creéis en Dios,  creed también en mí.  En la casa de mi Padre muchas moradas hay;  si así no fuera,  yo os lo hubiera dicho;  voy,  pues,  a preparar lugar para vosotros.   Y si me voy y os preparo lugar,  vendré otra vez  y os tomaré a mí mismo,  para que donde yo esté,  vosotros también estéis.  Y sabéis a dónde voy,  y sabéis el camino.  Le dijo Tomás: Señor,  no sabemos a dónde vas;  ¿cómo,  pues,  podemos saber el camino?  Jesús le dijo: Yo soy el camino,  la verdad y la vida;  nadie viene al Padre sino por mí.  Si me conocierais,  también a mi Padre conoceríais;  y desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.  Felipe le dijo: Señor,  muéstranos el Padre y nos basta.  Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido,  Felipe?  El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo,  pues,  dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que Yo Soy en el Padre y el Padre en mí?  Las palabras que yo os hablo,  no las hablo por mi propia cuenta,  sino que el Padre,  que vive en mí,  él hace las obras.  Creedme que yo soy en el Padre,  y el Padre en mí;  de otra manera,  creedme por las mismas obras.

Pero cuando venga el Espíritu de verdad,  él os guiará a toda la verdad,  porque no hablará por su propia cuenta,  sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir.  Él me glorificará,  porque tomará de lo mío y os lo hará saber.

 Y él es antes que todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.

Sino también con respecto a nosotros a quienes igualmente ha de ser contada,  es decir,  a los que creemos en aquel que levantó de los muertos a Jesús,  Señor nuestro.

Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes,  y nos gloriamos  en la esperanza de la gloria de Dios.

Con Cristo estoy juntamente crucificado,  y ya no vivo yo,  mas vive Cristo en mí;  y lo que ahora vivo en la carne,  lo vivo en la fe del Hijo de Dios,  el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
En el pasado, Dios habló a mis antepasados por medio de los profetas en muchas ocasiones y de muchas maneras, pero hoy Dios me habla directamente, a través del Señor Jesús que es la Palabra a quien constituyó heredero de todas las cosas, y por el cual Él creó el universo. Él es el resplandor de la gloria de Dios y la imagen misma de Su ser, sostiene todas las cosas por el poder de la Palabra. Después de que Jesús me justificó, se sentó a la diestra de la Majestad de Dios Padre en los cielos.  Ahora, después de haber sido bautizado en el Espíritu Santo, me identifico con todo lo que Él es y todo lo que hizo.  ¡Hoy vivo para la gloria de Su Nombre porque Jesus me amo y se entregó a si mismo por mí!  Aleluya. Amen.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv

martes, 29 de noviembre de 2011

La Palabra del Señor Jesús es mi Camino.


Salmo 119:9-24; Deuteronomio 28:1; Josué 1:8; 1 Corintios 2:6-16; Isaías 46:2; 2 Crónicas 15:15; Lucas 2:19 

¿Con qué limpiará el joven su camino?  ¡Con guardar tu palabra! Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviar de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. ¡Bendito tú,  Jehová! ¡Enséñame tus estatutos! Con mis labios he contado  todos los juicios de tu boca.  Me he gozado en el camino de tus testimonios  más que de toda riqueza. En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos.  Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras. Haz bien a tu siervo;  que viva y guarde tu palabra.  Abre mis ojos y miraré  las maravillas de tu Ley.   Forastero soy yo en la tierra;  no encubras de mí tus mandamientos.  Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo. Reprendiste a los soberbios,  los malditos,   que se desvían de tus mandamientos.  Aparta de mí la deshonra y el menosprecio,  porque he guardado tus testimonios. Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo meditaba en tus estatutos, pues tus testimonios son mis delicias  y mis consejeros.

Acontecerá que si oyes atentamente la voz de Jehová,  tu Dios,  para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy,  también Jehová,  tu Dios,  te exaltará sobre todas las naciones de la tierra.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley,  sino que de día y de noche meditarás  en él,  para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él,  porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.

Sin embargo,  hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez en la fe;  no la sabiduría de este mundo ni de los poderosos de este mundo, que perecen. Pero hablamos sabiduría de Dios en misterio,  la sabiduría oculta que Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,  la cual ninguno de los poderosos de este mundo conoció,  porque si la hubieran conocido,  nunca habrían crucificado al Señor de la gloria.  Antes bien,  como está escrito: Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu,  porque el Espíritu todo lo escudriña,  aun lo profundo de Dios, porque  ¿quién de entre los hombres conoce las cosas del hombre,  sino el espíritu del hombre que está en él?  Del mismo modo,  nadie conoció las cosas de Dios,  sino el Espíritu de Dios.  Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,  sino el Espíritu que proviene de Dios,  para que sepamos lo que Dios nos ha concedido.   De estas cosas hablamos,  no con palabras enseñadas por la sabiduría humana,  sino con las que enseña el Espíritu,  acomodando lo espiritual a lo espiritual.  Pero el hombre natural  no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,  porque para él son locura;  y no las puede entender,  porque se han de discernir espiritualmente.  En cambio,  el espiritual juzga todas las cosas,  sin que él sea juzgado por nadie. ¿Quién conoció la mente del Señor?  ¿Quién lo instruirá?  Pues bien,  nosotros tenemos la mente de Cristo.

No gritará,  no alzará su voz  ni la hará oír en las calles.

Todos los de Judá se alegraron de este juramento;  porque de todo su corazón lo juraban,  y con toda su voluntad lo buscaban.  Por eso Jehová se dejó hallar de ellos y les dio paz por todas partes.

Pero María guardaba todas estas cosas,  meditándolas en su corazón.

DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Guardo mi camino puro ante el Señor Jesus y hago los preceptos que la Palabra de Dios me manda, guardo Sus preceptos dentro de mi corazón y me niego a alejarme de Sus caminos. El señor Jesús me enseña y me da la relevancia práctica de su Palabra. Mis labios hablan de Su ley y medito en ella continuamente.  Me regocijo en Sus estatutos como cuando uno se alegra en el descubrimiento de un gran tesoro. Todos los días hago tiempo para la Palabra de Dios, teniendo mucho cuidado de no descuidarla. Medito en ella y Dios me da el conocimiento por iluminación de Su Espíritu, amplio mis horizontes y me da una recompensa mayor.  Sé y entiendo que sólo cosas buenas se preparan para mí y, a través de la obediencia a la Palabra, voy a vivir una vida larga, plena y satisfactoria. Cada minuto de cada día, Su palabra va delante de mí. Estoy totalmente convencido y vivo para mi Señor Jesús,  en El vivo libre de reproche y de maldición. Todo desdén y desprecio se va de mí porque me deleito en la Palabra de Dios. Que los burladores y calumniadores digan lo que quieran,  pero yo no me apartare de la meditación y el consejo seguro de mi Señor Jesús y por ello soy bendecido en todo lo que hago.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv

lunes, 28 de noviembre de 2011

El Señor Jesús es la Palabra de Vida.


Juan 1: 1-4; 2 Corintios 5:17; Romanos 8:29; Efesios 2:10; 1 Juan 5:11


Antes del comienzo del mundo ya existía la Palabra, la Palabra estaba con Dios y era Dios.  Estaba ahí con Dios en el comienzo. Todo se hizo por aquel que es la Palabra; sin él, nada se habría hecho.  Él creó la vida y la vida estaba en él, y esa vida era luz para la gente.

Si alguien está unido a Cristo, se convierte en un ser nuevo que ha dejado lo viejo atrás ¡y está totalmente renovado!

Dios los conocía antes de que el mundo fuera creado. Él decidió que fueran como su Hijo y quería que el Hijo fuera el mayor de muchos hermanos.

Nosotros somos obra de Dios, fuimos creados por Cristo para hacer el bien tal como Dios ya lo tenía planeado.

Este es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida se encuentra en su Hijo.


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Jesús es el Señor mi Dios, Jesús es la Palabra y es la Palabra Creadora de Dios que me ha hecho a Su imagen y semejanza. Vivo por medio de la Palabra de Dios, sin el Señor Jesús nada soy.  En Él, tengo la vida, y Su vida mora dentro de mí, ilumina mi espíritu, alma y cuerpo.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv