domingo, 1 de enero de 2012

El Señor Jesús revela y me enseña lo que tengo que decir.


Isaías 50:4-9; Proverbios 18:20-21; Marcos 11:22-25; Isaías 30:21; Mateo 5:10-12; Juan 10:4-5; Romanos 8:31-39; 1 Juan 2:1-2 


El Señor Dios me enseñó lo que tengo que decir. Así que sé qué decir para darle ánimo al débil. Cada mañana él me despierta, afina mi oído para escuchar como los que estudian.  El Señor Dios ha abierto mi oído y yo no fui rebelde, no me eché para atrás. Puse mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas a los que arrancaban mi barba. No escondí mi cara a los que me insultaban y escupían.  El Señor Dios me ayuda, y los insultos no me hieren. Por eso me mantendré firme, y sé que no seré avergonzado.  Ya viene el que demostrará que tengo razón. ¿Me va a demandar alguien? Presentémonos juntos al tribunal. ¿Quién me va a acusar? Que venga y hagamos un careo.  Miren, el Señor Dios me está ayudando. ¿Quién se atreverá a condenarme? Todos ellos se desgastarán como un vestido; serán comidos por la polilla.  DPT

Tu forma de hablar te alimentará, lo que digas te saciará. Lo que uno habla determina la vida y la muerte; que se atengan a las consecuencias los que no miden sus palabras.

Y Jesús contestó: -Ten fe en Dios.  Te digo la verdad: tú puedes decirle a esta montaña: levántate y lánzate al mar. Si no dudas y estás convencido de que lo que estás diciendo va a suceder, Dios lo hará por ti. Por eso les digo que cuando pidan algo en sus oraciones, pídanlo convencidos de que ya lo han recibido y, entonces, lo que pidan será suyo.  Y si se acuerdan de que tienen algo contra alguien, perdónenlo. Háganlo para que su Padre en el cielo también les perdone sus pecados a ustedes.

Cuando te desvíes a la izquierda o a la derecha, oirás una voz detrás de ti diciéndote: Por ahí es el camino, sigue por él.  Afortunados los que son maltratados por hacer la voluntad de Dios, porque el reino de Dios les pertenece.  Cuando la gente los insulte, los persiga y hable mal de ustedes por seguirme, sepan que son afortunados a los ojos de Dios. Cuando les pase esto, alégrense porque Dios les va a dar una gran recompensa. Así también fue como maltrataron a los profetas que vivieron antes de ustedes.

Cuando las ha sacado a todas, el pastor camina delante de ellas, y ellas lo siguen porque conocen su voz.  Pero sus ovejas no siguen a un extraño, sino que se alejan de él porque no conocen su voz.

¿Qué podemos decir sobre todo esto? Si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros. Dios llegó incluso a permitir que su propio Hijo muriera por nosotros. Con toda seguridad nos dará junto con su Hijo todo lo que tiene. ¿Quién podrá acusar al pueblo que Dios ha escogido? Dios es el que nos aprueba. ¿Quién va a condenarnos? Cristo fue quien murió por nosotros y además resucitó. Ahora Cristo está sentado a la derecha de Dios y está rogando por nosotros. ¿Podrá algo separarnos del amor de Cristo? Ni las dificultades, ni los problemas, ni las persecuciones, ni el hambre, ni la desnudez, ni el peligro ni tampoco la muerte. Así dicen las Escrituras: Por ti estamos siempre en peligro de muerte, nos tratan como si fuéramos ovejas que van al matadero. Más bien, en todo esto salimos más que victoriosos por medio de Dios quien nos amó. Pues estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes diabólicos, ni lo que existe, ni lo que vendrá en el futuro, ni poderes espirituales, ni tampoco lo alto o lo profundo, ni ninguna criatura que existe. Nada podrá separarnos del amor de Dios que se encuentra en nuestro Señor Jesucristo.  Pues estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes diabólicos, ni lo que existe, ni lo que vendrá en el futuro, ni poderes espirituales, ni tampoco lo alto o lo profundo, ni ninguna criatura que existe. Nada podrá separarnos del amor de Dios que se encuentra en nuestro Señor Jesucristo.

Hijitos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante Dios: Jesucristo, el Justo.  Él sacrificó su vida para quitar nuestros pecados y no sólo los nuestros, sino los de todo el mundo.



 DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

El Espíritu del Señor Jesús me ha dado Espíritu de  descernimiento para hablar con autoridad;  conozco las palabras que Dios pone en mi boca y hablo con autoridad y  declaro la Palabra de Dios en el Nombre del Señor Jesús para bendecir y edificar a los débiles de espíritu. El Señor me despierta cada mañana y abrir mis oídos espirituales y Su voz de su enseñanza con ternura. No soy rebelde, ni me apartará de escucharlo. Ni me desvió para escuchar la voz del señor de las tinieblas. Aunque sufro la persecución de aquellos que no aceptan la verdad. Estoy ene el mundo y según ellos estoy haciendo el ridículo y la burla, sé que mi Señor Jesús levanta mis manos y no me avergüenza sino que me da la victoria sin que tome alguna venganza hacia ellos.  Porque pesar de todo, el Señor mi Dios es mi pilar, me reivindica y se encarga de que no sea avergonzado. Dejo todo a mi Abogado defensor  al Señor Jesucristo y Él habla en mi defensa y no hay nadie que me pueda acusar porque Él es por mi. ¿Solo un tonto puede discutir contra el Señor Jesus? ¿El que se me acusa después de que el Señor Jesus me ha declarado inocente?  Sé que mi Señor Jesús no me va ha dejar avergonzado, El siempre esta dentro de mi y alrededor de mi.  Solo un tonto podría venir en contra de mí.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv