Isaías 50:4-9; Proverbios 18:20-21; Marcos 11:22-25; Isaías 30:21; Mateo 5:10-12; Juan 10:4-5; Romanos 8:31-39; 1 Juan 2:1-2
El Señor Dios me enseñó lo que tengo que
decir. Así que sé qué decir para darle ánimo al débil. Cada mañana él me
despierta, afina mi oído para escuchar como los que estudian. El Señor Dios ha abierto mi oído y yo no fui
rebelde, no me eché para atrás. Puse mi espalda a los que me golpeaban y mis
mejillas a los que arrancaban mi barba. No escondí mi cara a los que me
insultaban y escupían. El Señor Dios me
ayuda, y los insultos no me hieren. Por eso me mantendré firme, y sé que no
seré avergonzado. Ya viene el que
demostrará que tengo razón. ¿Me va a demandar alguien? Presentémonos juntos al
tribunal. ¿Quién me va a acusar? Que venga y hagamos un careo. Miren, el Señor Dios me está ayudando. ¿Quién
se atreverá a condenarme? Todos ellos se desgastarán como un vestido; serán
comidos por la polilla. DPT
Tu forma de hablar te alimentará, lo que digas te saciará. Lo que uno
habla determina la vida y la muerte; que se atengan a las consecuencias los que
no miden sus palabras.
Y Jesús contestó: -Ten fe en Dios.
Te digo la verdad: tú puedes decirle a esta montaña: levántate y lánzate
al mar. Si no dudas y estás convencido de que lo que estás diciendo va a
suceder, Dios lo hará por ti. Por eso les digo que cuando pidan algo en sus
oraciones, pídanlo convencidos de que ya lo han recibido y, entonces, lo que
pidan será suyo. Y si se acuerdan de que
tienen algo contra alguien, perdónenlo. Háganlo para que su Padre en el cielo
también les perdone sus pecados a ustedes.
Cuando te desvíes a la izquierda o a la derecha, oirás una voz detrás de
ti diciéndote: Por ahí es el camino, sigue por él. Afortunados los que son maltratados por hacer
la voluntad de Dios, porque el reino de Dios les pertenece. Cuando la gente los insulte, los persiga y
hable mal de ustedes por seguirme, sepan que son afortunados a los ojos de
Dios. Cuando les pase esto, alégrense porque Dios les va a dar una gran
recompensa. Así también fue como maltrataron a los profetas que vivieron antes
de ustedes.
Cuando las ha sacado a todas, el pastor camina delante de ellas, y ellas
lo siguen porque conocen su voz. Pero
sus ovejas no siguen a un extraño, sino que se alejan de él porque no conocen
su voz.
¿Qué podemos decir sobre todo esto? Si Dios está a nuestro favor, nadie
podrá estar contra nosotros. Dios llegó incluso a permitir que su propio Hijo
muriera por nosotros. Con toda seguridad nos dará junto con su Hijo todo lo que
tiene. ¿Quién podrá acusar al pueblo que Dios ha escogido? Dios es el que nos
aprueba. ¿Quién va a condenarnos? Cristo fue quien murió por nosotros y además
resucitó. Ahora Cristo está sentado a la derecha de Dios y está rogando por
nosotros. ¿Podrá algo separarnos del amor de Cristo? Ni las dificultades, ni
los problemas, ni las persecuciones, ni el hambre, ni la desnudez, ni el
peligro ni tampoco la muerte. Así dicen las Escrituras: Por ti estamos siempre
en peligro de muerte, nos tratan como si fuéramos ovejas que van al matadero. Más
bien, en todo esto salimos más que victoriosos por medio de Dios quien nos amó.
Pues estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la
muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes diabólicos, ni lo que existe,
ni lo que vendrá en el futuro, ni poderes espirituales, ni tampoco lo alto o lo
profundo, ni ninguna criatura que existe. Nada podrá separarnos del amor de
Dios que se encuentra en nuestro Señor Jesucristo. Pues estoy convencido de que nada podrá
separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los
poderes diabólicos, ni lo que existe, ni lo que vendrá en el futuro, ni poderes
espirituales, ni tampoco lo alto o lo profundo, ni ninguna criatura que existe.
Nada podrá separarnos del amor de Dios que se encuentra en nuestro Señor
Jesucristo.
Hijitos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero si alguno peca,
tenemos un defensor ante Dios: Jesucristo, el Justo. Él sacrificó su vida para quitar nuestros
pecados y no sólo los nuestros, sino los de todo el mundo.
DECLARACION DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
El Espíritu del Señor
Jesús me ha dado Espíritu de descernimiento
para hablar con autoridad; conozco las palabras
que Dios pone en mi boca y hablo con autoridad y declaro la Palabra de Dios en el Nombre del
Señor Jesús para bendecir y edificar a los débiles de espíritu. El Señor me despierta
cada mañana y abrir mis oídos espirituales y Su voz de su enseñanza con ternura.
No soy rebelde, ni me apartará de escucharlo. Ni me desvió para escuchar la voz
del señor de las tinieblas. Aunque sufro la persecución de aquellos que no
aceptan la verdad. Estoy ene el mundo y según ellos estoy haciendo el ridículo y
la burla, sé que mi Señor Jesús levanta mis manos y no me avergüenza sino que
me da la victoria sin que tome alguna venganza hacia ellos. Porque pesar de todo, el Señor mi Dios es mi pilar,
me reivindica y se encarga de que no sea avergonzado. Dejo todo a mi Abogado
defensor al Señor Jesucristo y Él habla
en mi defensa y no hay nadie que me pueda acusar porque Él es por mi. ¿Solo un
tonto puede discutir contra el Señor Jesus? ¿El que se me acusa después de que
el Señor Jesus me ha declarado inocente? Sé que mi Señor Jesús no me va ha dejar
avergonzado, El siempre esta dentro de mi y alrededor de mi. Solo un tonto podría venir en contra de mí.
Si no has recibido a Jesús tú Señor simplemente has la siguiente
oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti
en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo»
(Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo
venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del
Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra.
Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre
los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como
lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección:
enriqueibarra.@integra.com.sv