domingo, 29 de enero de 2012

El Señor Jesús se revela a quien Él quiere revelarse.


Lucas 10: 19-22; Mateo 28:18-20; Efesios 1:17-23; Salmo 8:4-6; Romanos 8:29; Hebreos 2:11; Juan 17:20-26; 1 Juan 1:3

Os doy potestad de pisotear serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo,  y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan,  sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo,  Padre,  Señor del cielo y de la tierra,  porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos y las has revelado a los niños. Sí,  Padre,  porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre;  y nadie conoce quién es el Hijo,  sino el Padre;  ni quién es el Padre,  sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar

Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.  Por tanto,  id y haced discípulos  a todas las naciones,  bautizándolos en el nombre del  Padre,  del Hijo y del Espíritu Santo,  y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.  Y yo estoy con vosotros todos los días,  hasta el fin del mundo.   Amén.

Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo,  el Padre de gloria,  os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él; que él alumbre los ojos de vuestro entendimiento,  para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado,  cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos,  según la acción de su fuerza poderosa.  Esta fuerza operó en Cristo, resucitándolo de los muertos y sentándolo a su derecha en los lugares celestiales,  sobre todo principado y autoridad,  poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra,  no solo en este siglo,  sino también en el venidero. Y sometió todas las cosas debajo de sus pies,  y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Digo: ¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?  Lo has hecho poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y de honra. Lo hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies:

 A los que antes conoció,  también los predestinó  para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo,  para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

Porque el que santifica  y los que son santificados,  de uno son todos;  por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.  Pero no ruego solamente por estos,  sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno;  como tú,  Padre,  en mí y yo en ti,  que también ellos sean uno en nosotros,  para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que me diste,  para que sean uno,  así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí,  para que sean perfectos en unidad,  para que el mundo conozca que tú me enviaste,  y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.  Padre,  aquellos que me has dado,  quiero que donde yo esté,  también ellos estén conmigo,  para que vean mi gloria que me has dado,  pues me has amado desde antes de la fundación del mundo.  Padre justo,  el mundo no te ha conocido,  pero yo te he conocido,  y estos han conocido que tú me enviaste.  Les he dado a conocer tu nombre y lo daré a conocer aún,  para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos.

Lo que hemos visto y oído,  eso os anunciamos,  para que también vosotros tengáis comunión con nosotros;  y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Me regocijo porque mi nombre ha sido inscrito en los cielos, mi Padre Celestial y el Señor Jesús me han escogido y Su Palabra me ha sido dada para conocerles.  El Señor Jesús también me ha dado autoridad sobre toda fuerza del enemigo, me ha restaurado el dominio anterior y me ha dado, junto con mis hermanos en Cristo Jesús, Su autoridad en Su nombre.  El Señor Jesús me ha elegido para ser su hermano menor y Él nos ha revelado al Padre Celestial para que yo pueda tener una relación íntima con El.  Mi caminar con mi Padre Celestial es tan estrecha y significativa así como fue el caminar del Señor Jesús con el Padre Celestial cuando Él estaba en esta tierra.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enrique3ibarra.@live.com