Lucas 15:22-24, 10; Efesios 2:1-14; Gálatas 4:5-6; 2 Corintios 5:17-21; 8:9 Colosenses 2:13
Pero su padre dijo a sus siervos: "Sacad de
inmediato el mejor vestido y vestidle, y poned un anillo en su mano y calzado
en sus pies. Traed el ternero engordado
y matadlo. Comamos y regocijémonos, porque este mi hijo estaba muerto y ha
vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron a
regocijarse.
Os digo que del mismo modo hay gozo delante de los
ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
En cuanto a vosotros, estabais muertos en vuestros
delitos y pecados, en los cuales
anduvisteis en otro tiempo, conforme a la corriente de este mundo y al príncipe
de la potestad del aire, el espíritu que ahora actúa en los hijos de
desobediencia. En otro tiempo todos nosotros vivimos entre ellos en las
pasiones de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de la mente; y
por naturaleza éramos hijos de ira, como los demás. Pero Dios, quien es rico en misericordia, a
causa de su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en delitos, nos
dio vida juntamente con Cristo. ¡Por gracia sois salvos! Y juntamente con Cristo Jesús, nos resucitó y
nos hizo sentar en los lugares celestiales, para mostrar en las edades
venideras las superabundantes riquezas de su gracia, por su bondad hacia
nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios. No es por obras, para que nadie se
gloríe. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las
buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Por
tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en la carne, erais
llamados incircuncisión por los de la llamada circuncisión que es hecha con
mano en la carne. Y acordaos de que en aquel tiempo estabais sin Cristo,
apartados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa,
estando sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús,
vosotros que en otro tiempo estabais lejos habéis sido acercados por la sangre
de Cristo. Porque él es nuestra paz, quien de ambos nos hizo uno. El derribó en
su carne la barrera de división, es decir, la hostilidad.
Para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a
fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a nuestros
corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "Abba, Padre."
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto
proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos
ha dado el ministerio de la reconciliación: que Dios estaba en Cristo
reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus transgresiones
y encomendándonos a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de
Cristo; y como Dios os exhorta por medio nuestro, rogamos en nombre de Cristo:
¡Reconciliaos con Dios! Al que no conoció pecado, por nosotros Dios le hizo
pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él.
Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo,
que siendo rico, por amor de vosotros se hizo pobre, para que vosotros con su
pobreza fueseis enriquecidos.
Mientras vosotros estabais muertos en los delitos y en
la incircuncisión de vuestra carne, Dios os dio vida juntamente con él,
perdonándonos todos los delitos.
DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
Cuando me acerco a mi Padre Celestial con
arrepentimiento sincero en mi corazón, de inmediato manda a vestirme con el traje de
honor (con el manto de Su justicia). No solamente
me viste sino que me adorna con las mejores prendas de vestir. Seguidamente me coloca un anillo en mi dedo y
me restituye a mi posición de autoridad como Su hijo. Él me calza con zapatos para mis pies para
que yo este bien preparado para expandir las fronteras de Su reino. Él mata el becerro gordo (que es la nueva
alianza, donde hay sobreabundancia para compartir) y me invita a tomar mi porción
con gran gozo y alegría. Todos los
ángeles de Dios se reúnen para regocijarse conmigo, porque el poder de la
muerte se ha roto y he vuelto a nacer en la familia Real de Dios Todopoderoso!
Si no has recibido a Jesús tú Señor, te invito a hacer la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo
será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el
nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del
Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos
2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a
morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que
si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas
11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que
Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos.
Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste
y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho
esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.