martes, 4 de enero de 2011

Hoy Todo El Mundo Sabrá Que Hay Un Dios En Mi

1 Samuel 17  45-48 (DHH)
David le contestó: -Tú  vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor todopoderoso, el Dios de los Ejércitos de Israel, a los que tú has desafiado.  Ahora el Señor te entregará en mis manos, y hoy mismo te mataré y te cortaré la cabeza, y los cadáveres del ejército filisteo se los daré a las aves del cielo y a las fieras. Así todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel; todos los aquí reunidos sabrán que el Señor no salva con espada ni con lanza. Esta batalla es del Señor, y él los entregará a ustedes en nuestras manos.  El filisteo se levantó y salió al encuentro de David, quien, a su vez, rápidamente se dispuso a hacer frente al filisteo


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.


¡No tengo miedo a los gigantes de la tierra!
 ¡Ellos pueden venir contra mí con sus armas de destrucción, pero yo voy en contra de ellos en el Nombre del Señor de los Ejércitos!
¡Tengo el ejército grande y poderoso del cielo a mi lado y mi capitán es el Rey de Reyes y Señor de Señores! No hay ninguna persona o circunstancia grande o poderosa que pueda desafiar la verdad de la Palabra de Dios y que pueda estar en contra mía. Hoy mismo el Señor ha entregado el gigante en mi mano.
¡Yo lo hiero, derribo y le corto la cabeza!
¡Puedo pelear con poder y fuerza en la batalla porque el Señor es quien lucha por mí!

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.