miércoles, 11 de abril de 2012

El ejército del Señor Jesús acampa alrededor de mi.


2 Reyes 6:13-18; Isaías 59:19; Josué 1:5-9; Éxodo 14:13-14; 2 Crónicas 32:7; Salmo 55:18; 103:20; Mateo 26:53; 2 Corintios 5:7; Hebreos 1:14; 2 Timoteo 1:7

Pues entonces averigüen dónde está ordenó el rey, para que mande a capturarlo. Cuando le informaron que Eliseo estaba en Dotán,  el rey envió allá un destacamento grande, con caballos y carros de combate. Llegaron de noche y cercaron la ciudad.  Por la mañana, cuando el criado del hombre de Dios se levantó para salir, vio que un ejército con caballos y carros de combate rodeaba la ciudad.  ¡Ay, mi señor!  Exclamó el criado. ¿Qué vamos a hacer? No tengas miedo respondió Eliseo. Los que están con nosotros son más que ellos. Entonces Eliseo oró: Señor, ábrele a Guiezi los ojos para que vea. El Señor así lo hizo, y el criado vio que la colina estaba llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo.  Como ya los sirios se acercaban a él, Eliseo volvió a orar: Señor, castiga a esta gente con ceguera. Y el Señor hizo lo que le pidió Eliseo.

Desde el occidente temerán el nombre del Señor, y desde el oriente respetarán su gloria. Porque vendrá como un torrente caudaloso, impulsado por el soplo del Señor.

Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados.  Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas.  Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito.  Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.

No tengan miedo les respondió Moisés. Mantengan sus posiciones, que hoy mismo serán testigos de la salvación que el Señor realizará en favor de ustedes. A esos egipcios que hoy ven, ¡jamás volverán a verlos!  Ustedes quédense quietos, que el Señor presentará batalla por ustedes.

¡Cobren ánimo y ármense de valor! No se asusten ni se acobarden ante el rey de Asiria y su numeroso ejército, porque nosotros contamos con alguien que es más poderoso.

Aunque son muchos los que me combaten, él me rescata, me salva la vida en la batalla que se libra contra mí.

Alaben al Señor, ustedes sus ángeles, paladines que ejecutan su palabra y obedecen su mandato.

¿Crees que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones  de ángeles?

Vivimos por fe, no por vista.

¿No son todos los ángeles espíritus dedicados al servicio divino, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación?

Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.

  
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

No tengo miedo cuando el enemigo se levanta y  viene con  ímpetu contra mí.  Aunque venga de noche o de día y me rodee con un gran ejército, mi alma no se agita con temor.  Cuando los demás entran en pánico y gritan de miedo, me mantengo firme.  Sé en quien he puesto mi confianza. También sé que el Señor Jesús siempre esta a mi lado y dentro de mi, por lo tanto estoy firme, y el ejercito de Dios me defiende y es mas grande que cualquier enemigo.  No confío en lo que veo, porque sé que lo que no se ve es mayor que lo que veo y es ahí donde esta el verdadero Poder.  Los ángeles del Señor Jesús mi Dios, están a mi alrededor y pelean en Su Nombre.  Por lo tanto, no seré sacudido y no tendré miedo!

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

Nota: Este blog esta todos los días en la misma dirección, búscalo y compártelo con tus amigos y familiares.