Marcos 16:15-20; Isaías 61:1-3; Mateo 28:18-20; Colosenses 1:23; 2 Corintios 5:18-20; Juan 3:18, 36; Hechos 2:4; 5:12; Lucas 9:1-2; 10:17-19; 1 Corintios 14:5; Santiago 5:14-16; Salmo 91:10-13; Hebreos 2:11; Efesios 2:6
Pilato, queriendo
satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás,
y entregó a Jesús, después de
azotarlo, para que fuera crucificado. Entonces
los soldados lo llevaron dentro del atrio,
esto es, al pretorio, y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una
corona tejida de espinas y comenzaron a saludarlo: ¡Salve, Rey de los judíos! Le golpeaban la cabeza con una caña, lo escupían y, puestos de rodillas, le hacían reverencias. Después de haberse
burlado de él, le quitaron la
púrpura, le pusieron sus propios vestidos
y lo sacaron para crucificarlo.
El espíritu de Jehová, el Señor, está
sobre mí, porque me ha ungido Jehová. Me
ha enviado a predicar buenas noticias a los pobres, a vendar a los quebrantados
de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a los prisioneros apertura de la cárcel; a
proclamar el año de la buena voluntad de
Jehová y el día de la venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los que
están de luto; a ordenar que a los afligidos de Sión se les dé esplendor en
lugar de ceniza, aceite de gozo en lugar
de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado. Serán llamados Árboles de justicia, Plantío de Jehová, para gloria suya.
Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el
cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Pero es necesario que permanezcáis fundados y firmes en la fe, sin moveros de la esperanza del evangelio que
habéis oído, el cual se predica en toda
la creación que está debajo del cielo y
del cual yo, Pablo, fui hecho ministro.
Y todo esto proviene de Dios,
quien nos reconcilió consigo mismo
por Cristo, y nos dio el
ministerio de la reconciliación: Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus
pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación. Así que,
somos embajadores en nombre de Cristo,
como si Dios rogara por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos
con Dios.
El que en él cree no es condenado;
pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del
unigénito Hijo de Dios.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que se niega a creer en el Hijo no
verá la vida, sino que la ira de Dios
está sobre él.
Todos fueron llenos del Espíritu Santo
y comenzaron a hablar en otras lenguas,
según el Espíritu les daba que hablaran.
Por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el
pueblo. Estaban todos unánimes en el
pórtico de Salomón
Reuniendo a sus doce discípulos,
les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar
enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos.
Regresaron los setenta con
gozo, diciendo: ¡Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu
nombre! Les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Os doy
potestad de pisotear serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del
enemigo, y nada os dañará.
Yo desearía que todos vosotros hablarais en lenguas, pero más aún que profetizarais, porque mayor es el que profetiza que el que
habla en lenguas, a no ser que las
interprete para que la iglesia reciba edificación.
¿Está alguno enfermo entre vosotros?
Llame a los ancianos de la
iglesia para que oren por él, ungiéndolo
con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras
ofensas unos a otros y orad unos por otros,
para que seáis sanados. La
oración eficaz del justo puede mucho.
No te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada, pues a sus ángeles
mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te
llevarán para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y la víbora
pisarás; herirás al cachorro del león y al dragón.
Porque el que santifica y los que
son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos
hermanos
Juntamente con él nos resucitó, y
asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
He recibido el mandato de anunciar el Evangelio a todas
las personas con las que entro en contacto. Aquellos que creen en El Señor Jesús y se bautizan
serán salvos, pero los que no creen en el Señor Jesús, por estar fuera de Su
voluntad, la ira de Dios esta sobre ellos.
Al predicar La Palabra de Dios y caminar por la fe, todas estas señales me
acompañan: En el nombre de Jesús, echo fuera los demonios; hablo en lenguas; si
es necesario, tomo víboras sin ser dañado; si me diesen a beber un veneno mortal, no se me hace daño; y cuando
pongo mis manos sobre los enfermos, estos se sanan. El Señor Jesús, mi Señor, mi Hermano,
Intercesor y Sumo Sacerdote de mi confesión, ahora está sentado a la diestra de
la Majestad en las alturas, y yo también tomo mi lugar a Su lado. A medida que salgo
y proclamo la Palabra de Dios, Él está obrando con firmeza, a través de las señales,
prodigios y milagros que me acompañan.
Si no has
recibido a Jesús tú Señor simplemente
has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.
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