martes, 13 de marzo de 2012

Traigo a memoria las maravillas del Señor Jesús ha hecho.


1 Samuel 12:22-24; Hebreos 13:5-6; Isaías 5:12; 43:21; Deuteronomio 7:6-11; 10:21; 31:6; Colosenses 1:19-22

Sin embargo, el Señor no abandonará a su pueblo.  A él le agradó hacerlos su pueblo. Así que, por amor a su nombre, no los abandonará.  Y en cuanto a mí, nunca dejaré de orar por ustedes, porque si dejara de hacerlo, entonces pecaría contra el Señor. Seguiré enseñándoles el camino recto para vivir de la manera que él manda. Pero respeten al Señor y sírvanle de todo corazón. ¡Recuerden todo lo maravilloso que hizo por ustedes!

No amen el dinero, sino conténtense con lo que tienen. Porque Dios dijo: Nunca te abandonaré ni te dejaré solo. Así podremos decir con seguridad: El Señor es mi ayuda. No tendré miedo. ¿Qué daño puede hacerme un simple mortal?

En sus fiestas hay liras, arpas, tambores, flautas y vino. Pero no consideran lo que el Señor ha hecho ni a la obra de sus manos.

Ese pueblo que yo mismo formé contará mis alabanzas.

Porque tú eres un pueblo santo, que pertenece al Señor tu Dios. Él te ha elegido para ser su tesoro entre todos los pueblos de la tierra.  El Señor no te ama ni te eligió por ser la nación más grande de todas, pues eras la más pequeña.  Lo hizo porque el Señor te ama y quiere cumplir la promesa que les hizo a tus antepasados, que el Señor te sacaría de Egipto por su gran poder y te liberaría de la esclavitud y del poder del faraón, rey de Egipto. Entonces reconoce ahora que el Señor tu Dios es el único Dios. Es un Dios fiel que mantiene por mil generaciones su pacto y fiel amor hacia todos aquellos que lo aman y obedecen sus mandamientos, pero castiga a los que lo rechazan y no demora en destruirlos.  Así que tú debes obedecer los mandamientos, las normas y las leyes que hoy te mando.

Alábalo sólo a él, él es tu Dios. Él hizo por ti esos milagros grandes y temibles que has visto con tus propios ojos.

Sean fuertes y valientes; no tengan miedo ni se aterroricen de ellas, porque el Señor su Dios irá con ustedes. Él no los abandonará ni los olvidará.

A Dios le agradó que todo lo que él es habitara plenamente en Cristo.  Y con gusto decidió reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en el cielo, como las que están en la tierra. Dios hizo las paces con nosotros a través de la sangre que Cristo derramó en la cruz. Antes, ustedes estaban alejados de Dios y su manera de pensar los hacía enemigos de Dios porque practicaban la maldad. Pero ahora Cristo, por medio de su muerte física, los ha convertido en amigos de Dios. Cristo murió para presentarlos santos ante Dios, es decir, sin ninguna mancha ni maldad que pueda ser juzgada por Dios.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

El Padre Celestial mi Dios me ha dicho en Su Palabra que nunca me dejará ni me abandonará. Le agrado y se goza en llamarme Su hijo en el Señor Jesús.  Él me ha agregado a  Su familia. Ahora tengo una multitud de hermanos y hermanas de todas las razas y naciones. Y no debo de dejar de orar por cada uno de ellos. Ellos son mi familia. Hemos sido lavados con la misma Sangre del Señor Jesús y tenemos el mismo Espíritu Santo dentro de nosotros quien nos dirige e imparte sus conocimientos desde hoy y por siempre. Él me lleva por el buen camino y correcto. Voy a honrar y servirle a Él con todo mi corazón. Mantendré en mi corazón todas las maravillas que Él ha hecho por mí.  
Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
hosanna.enriqueibarra@gmail.com

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