miércoles, 14 de noviembre de 2012

Sigo la Paz y la Santidad para poder ver al Señor Jesús mi Dios.


Hebreos 12: 14-16; Romanos 12:18; 1 Pedro 1:13; Gálatas 2:21; 1 Corintios 6:13-20
Seguid la paz con todos  y la santidad,  sin la cual nadie verá al Señor.  Mirad bien,  para que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios,  y para que no brote ninguna raíz de amargura que os perturbe y contamine a muchos.  Que no haya ningún fornicario o profano,  como Esaú,  que por una sola comida vendió su primogenitura.

Si es posible,  en cuanto dependa de vosotros,  estad en paz con todos los hombres.

Por tanto,  ceñid los lomos de vuestro entendimiento,  sed sobrios y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado.

No desecho la gracia de Dios,  pues si por la Ley viniera la justicia,  entonces en vano murió Cristo.

Los alimentos son para el vientre,  y el vientre para los alimentos; pero tanto al uno como a los otros destruirá Dios.  Pero el cuerpo no es para la fornicación,  sino para el Señor y el Señor para el cuerpo.  Y Dios,  que levantó al Señor,  también a nosotros nos levantará con su poder.  ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?  ¿Quitaré,  pues,  los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera?  ¡De ninguna manera!
¿O no sabéis que el que se une con una ramera,  es un cuerpo con ella?,  porque  ¿no dice la Escritura: "Los dos serán una sola carne"?  Pero el que se une al Señor,  un espíritu es con él.
Huid de la fornicación.  Cualquier otro pecado que el hombre cometa,  está fuera del cuerpo;  pero el que fornica,  contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo,  el cual está en vosotros,  el cual habéis recibido de Dios,  y que no sois vuestros?, pues habéis sido comprados  por precio;  glorificad,  pues,  a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,  los cuales son de Dios.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Hago todo lo posible para vivir en paz y armonía con todos y para ser santo, porque sin santidad nadie verá al Señor Jesús.  Tengo cuidado de no olvidar la gracia de Dios hacia mí y no permitiré convertirme en odioso o resentido hacia los demás, y de esta forma infectar el cuerpo de Cristo con una raíz de amargura.   No soy inmoral o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura y herencia.  Soy lo suficientemente sabio como para sopesar las cosas bien y no permitir que el placer de un instante de pecado me roben mi herencia eterna y mi íntima comunión con Dios.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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