Abdías 1:5, 17; Génesis 8:22; 2 Corintios 9:5-11; Gálatas 4:5-6; 6: 7-9; Romanos 8:17; Deuteronomio 28:1; Colosenses 1:13
Porque el día del Señor se acerca a todas las naciones. Así como hiciste con otros, te será hecho a ti. Tus malas acciones recaerán sobre tu cabeza. Pero el monte Sión será un lugar santo donde estarán los que se salvaron. Los descendientes de Jacob recobrarán sus posesiones.
Mientras el mundo exista, siempre habrá
siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche.
Por eso me pareció necesario pedirles a los
hermanos que fueran a verlos para que antes de que lleguemos se aseguraran de
tener lista la ofrenda que prometieron. Eso hará que sea una ofrenda hecha
voluntariamente y no por obligación.
Recuerden esto: el que siembra poco, cosecha poco, pero el que siembra
mucho, cosecha mucho. Cada uno debe dar lo que en su corazón ha decidido dar y
no lo haga con tristeza ni por obligación. Dios ama a los que dan con alegría.
Dios tiene el poder de darles más bendiciones de las que necesitan para que
siempre tengan lo suficiente para ustedes y también para que puedan ayudar generosamente
a toda buena causa. Así dicen las
Escrituras Él dio generosamente a los pobres. Su bondad durará para
siempre. Dios es quien da la semilla al
que siembra y el pan al que se alimenta. De igual manera, les dará a ustedes
muchas semillas y las hará crecer para hacer una gran cosecha con la
generosidad de ustedes. Ustedes tendrán
toda clase de riquezas para que puedan ser generosos. La ofrenda que ustedes
envíen con nosotros, motivará a muchos a dar gracias a Dios.
Así lo hizo Dios para poder comprar nuestra
libertad de la ley y adoptarnos como sus hijos. Ustedes son hijos de Dios; y
por lo tanto, él puso el Espíritu de su Hijo en nosotros, y ese Espíritu grita:
""¡Querido padre!
No se engañen ustedes mismos, porque nadie
puede hacerle trampa a Dios. Uno cosecha lo que siembra. Quienes siembran únicamente para complacer su
naturaleza humana y sus malos deseos sólo cosecharán la destrucción eterna.
Pero el que siembra para agradar al Espíritu, cosechará la vida eterna. No debemos cansarnos de hacer el bien. Si no
nos rendimos, tendremos una buena cosecha en el momento apropiado.
Por ser hijos de Dios recibiremos las
bendiciones que Dios tiene para su pueblo. Dios nos dará todo lo que le ha dado
a Cristo, pero también tenemos que sufrir con él para compartir su gloria.
Si obedeces completamente la voz del Señor tu
Dios al seguir fielmente todos sus mandamientos que te mando hoy, entonces el
Señor tu Dios te hará la nación más importante de todas.
Dios nos rescató del poder de la oscuridad y
nos hizo entrar al reino de su Hijo amado
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
Entiendo y camino por medio de
la Palabra de Dios, donde el Señor Jesús me enseña acerca de la siembra y la cosecha. Todo lo que hago en
esta vida es como plantar semillas, por eso me esfuerzo diligentemente en
sembrar la Palabra de Dios dentro de mi corazón
y en el corazón de los que me rodean, para que estas germinen y den
mucho fruto. Entiendo perfectamente que voy a cosechar de cada una de mis
obras, ya sean buenas o malas. Por lo
tanto, propongo en mi corazón hacer lo bueno ante los ojos de mi Señor Jesús. Voy a caminar continuamente en Su Camino, en
Su Vida, permaneciendo santo y firme delante de mi Padre Celestial y recibo la herencia que Él ha provisto para mí.
Si no has recibido a Jesús tú Señor, te invito a hacer la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo
será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el
nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor,
será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres
en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21;
Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar
en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te
lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13;
Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que
Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos.
Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste
y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho
esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
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