sábado, 5 de mayo de 2012

Solo en la presencia del Señor Jesús hay salvación.


Abdías 1:5, 17;  Génesis 8:22; 2 Corintios 9:5-11; Gálatas  4:5-6; 6: 7-9; Romanos 8:17; Deuteronomio 28:1; Colosenses 1:13

Porque el día del Señor se acerca a todas las naciones. Así como hiciste con otros, te será hecho a ti. Tus malas acciones recaerán sobre tu cabeza. Pero el monte Sión  será un lugar santo donde estarán los que se salvaron. Los descendientes de Jacob recobrarán sus posesiones.


Mientras el mundo exista, siempre habrá siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche.

Por eso me pareció necesario pedirles a los hermanos que fueran a verlos para que antes de que lleguemos se aseguraran de tener lista la ofrenda que prometieron. Eso hará que sea una ofrenda hecha voluntariamente y no por obligación.  Recuerden esto: el que siembra poco, cosecha poco, pero el que siembra mucho, cosecha mucho. Cada uno debe dar lo que en su corazón ha decidido dar y no lo haga con tristeza ni por obligación. Dios ama a los que dan con alegría. Dios tiene el poder de darles más bendiciones de las que necesitan para que siempre tengan lo suficiente para ustedes y también para que puedan ayudar generosamente a toda buena causa.  Así dicen las Escrituras Él dio generosamente a los pobres. Su bondad durará para siempre.  Dios es quien da la semilla al que siembra y el pan al que se alimenta. De igual manera, les dará a ustedes muchas semillas y las hará crecer para hacer una gran cosecha con la generosidad de ustedes.  Ustedes tendrán toda clase de riquezas para que puedan ser generosos. La ofrenda que ustedes envíen con nosotros, motivará a muchos a dar gracias a Dios.

Así lo hizo Dios para poder comprar nuestra libertad de la ley y adoptarnos como sus hijos. Ustedes son hijos de Dios; y por lo tanto, él puso el Espíritu de su Hijo en nosotros, y ese Espíritu grita: ""¡Querido padre!

No se engañen ustedes mismos, porque nadie puede hacerle trampa a Dios. Uno cosecha lo que siembra.  Quienes siembran únicamente para complacer su naturaleza humana y sus malos deseos sólo cosecharán la destrucción eterna. Pero el que siembra para agradar al Espíritu, cosechará la vida eterna.  No debemos cansarnos de hacer el bien. Si no nos rendimos, tendremos una buena cosecha en el momento apropiado.

Por ser hijos de Dios recibiremos las bendiciones que Dios tiene para su pueblo. Dios nos dará todo lo que le ha dado a Cristo, pero también tenemos que sufrir con él para compartir su gloria.

Si obedeces completamente la voz del Señor tu Dios al seguir fielmente todos sus mandamientos que te mando hoy, entonces el Señor tu Dios te hará la nación más importante de todas.

Dios nos rescató del poder de la oscuridad y nos hizo entrar al reino de su Hijo amado


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Entiendo y camino por medio de la Palabra de Dios, donde el Señor Jesús me enseña acerca de  la siembra y la cosecha. Todo lo que hago en esta vida es como plantar semillas, por eso me esfuerzo diligentemente en sembrar la Palabra de Dios dentro de mi corazón  y en el corazón de los que me rodean, para que estas germinen y den mucho fruto. Entiendo perfectamente que voy a cosechar de cada una de mis obras, ya sean buenas o malas.  Por lo tanto, propongo en mi corazón hacer lo bueno ante los ojos de mi Señor Jesús.  Voy a caminar continuamente en Su Camino, en Su Vida, permaneciendo santo y firme delante de mi Padre Celestial y recibo  la herencia que Él ha provisto para mí.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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