sábado, 3 de septiembre de 2011

Las Promesas de Dios son Si y yo respondo Amen.


 
Hechos 13:32-34; Efesios 4:7-10; Salmo 2:7; Hebreos 1:5, 11:39-40; 2Corintios 1:20; Isaías 55:3
Nosotros les anunciamos a ustedes las buenas nuevas respecto a la promesa hecha a nuestros antepasados.  Dios nos la ha cumplido plenamente a nosotros, los descendientes de ellos, al resucitar a Jesús. Como está escrito en el segundo salmo: »“Tú eres mi hijo; hoy mismo te he engendrado.”  Dios lo resucitó para que no volviera jamás a la corrupción. Así se cumplieron estas palabras: »“Yo les daré las bendiciones santas y seguras prometidas a David.”

Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado gracia en la medida en que Cristo ha repartido los dones.  Por esto dice: «Cuando ascendió a lo alto, se llevó consigo a los cautivos y dio dones a los hombres.»  (¿Qué quiere decir eso de que «ascendió», sino que también descendió a las partes bajas, o sea, a la tierra?  El que descendió es el mismo que ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.)

Yo proclamaré el decreto del Señor: «Tú eres mi hijo», me ha dicho; «hoy mismo te he engendrado.

Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: «Tú eres mi hijo; hoy mismo te he engendrado»;  y en otro pasaje: «Yo seré su padre, y él será mi hijo»?

Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta  sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor.

 Todas las promesas que ha hecho Dios son «sí» en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos «amén» para la gloria de Dios.

 Presten atención y vengan a mí, escúchenme y vivirán. Haré con ustedes un pacto eterno, conforme a mi constante amor por David.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Todo lo que Dios prometió a mis antepasados, desde el Rey David en adelante, todo se ha cumplido y se seguirá cumpliendo en mí.  El Padre Celestial hizo Su declaración: "Tú eres mi Hijo, hoy yo te he engendrado"  Y habiendo resucitado a Jesús, para que ya no sufriera los efectos de la muerte, Él me ha dado, a través de Jesús, todas las cosas santas y bendiciones que había prometido a David.  Lo creo y lo recibo por la fe en mi Señor Jesús, mi Dios y mi Salvador.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan
3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv