jueves, 30 de junio de 2011

No temo ante el enemigo, Señor Jesús es grande y temible.



Nehemías 4:14-18; Colosenses 3:17; 1 Corintios 15:58; Hebreos 6:10

Después miré,  me levanté y dije a los nobles,  a los oficiales y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos;  acordaos del Señor,  grande y temible,  y pelead por vuestros hermanos,  por vuestros hijos y por vuestras hijas,  por vuestras mujeres y por vuestras casas.  Cuando supieron nuestros enemigos que estábamos sobre aviso,  y que Dios había desbaratado sus planes,  nos volvimos todos al muro,  cada uno a su tarea.   Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra,  y la otra mitad se mantenía armada con lanzas,  escudos,  arcos y corazas.  Y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá.  Los que edificaban en el muro,  los que acarreaban y los que cargaban,  con una mano trabajaban en la obra y con la otra sostenían la espada.  Porque los que edificaban,  cada uno tenía su espada ceñida a la cintura,  y así edificaban;  y el que tocaba la trompeta estaba junto a mi.

·        Y  todo lo que hacéis,  sea de palabra o de hecho,  hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús,  dando gracias a Dios Padre por medio de él

·        Así que,  hermanos míos amados,  estad firmes y constantes,  creciendo en la obra del Señor siempre,  sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

·        Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre,  habiendo servido a los santos y sirviéndolos aún.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

No tengo miedo cuando el enemigo viene contra mí.  El Mas Grande reside en mi corazón y me siento muy capaz de defender a mi esposa, hijos, hermanos,  hermanas, y el hogar. Estoy siempre listo para luchar contra los ataques del enemigo. Estoy eternamente vestido con la  armadura completa de Dios.  Hago mi trabajo mientras sostengo la espada (la Palabra de Dios) en mi mano.  Mi Dios es un Dios grande y temible, y pelea conmigo y por mí.  El Señor Jesús frustra y confunde todos los planes del enemigo.  Por lo tanto, mi victoria esta asegurada.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

miércoles, 29 de junio de 2011

Señor Jesús es Dios y me ilumina.



Salmo 118:25-27; Gálatas 4:5-6;  Génesis 39:2-5; Romanos 8:14-17

Señor, ¡danos la salvación! Señor, ¡concédenos la victoria! Bendito el que viene en el nombre del Señor. Desde la casa del Señor los bendecimos. El Señor es Dios y nos ilumina. Únanse a la procesión portando ramas en la mano hasta los cuernos del altar.

·        Para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba! ¡Padre!

·        Ahora bien, el Señor estaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la casa de su patrón egipcio, éste se dio cuenta de que el Señor estaba con José y lo hacía prosperar en todo. José se ganó la confianza de Potifar, y éste lo nombró mayordomo de toda su casa y le confió la administración de todos sus bienes.  Por causa de José, el Señor bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del Señor se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo.

·        Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.  Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: ¡Abba! ¡Padre! El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Mi Padre Celestial me otorga el éxito en todo lo que hago.  Soy su hijo, un portador de Su poderoso Nombre, Jesús es Su Nombre y disfruto de todos los beneficios a causa de la adopción que ahora me convierte en Su hijo.   Él ha hecho que la luz de Su gracia brille sobre mí y me ha dado todos los derechos como heredero de Su Reino.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

martes, 28 de junio de 2011

En la Senda del Señor Jesús.



Proverbios 4:18, 20-22; Salmo 107,20; 119:105; Deuteronomio 6:6-9

Pero el sendero de la rectitud es como la luz del alba, brilla en aumento hasta llegar a pleno día. Hijo mío, presta atención a lo que estoy diciendo; inclina tu oído a mis palabras. No las pierdas de vista, guárdalas profundamente en tu corazón; porque ellas son vida para el que las encuentra y salud para todo su ser.


·         Él envió Su Palabra [Yahshúa] y los sanó, El los liberó de la destrucción.
·        Lámpara a mis pies es Tu Ley y luz en mi senda.
·        Estas palabras, las cuales te estoy ordenando hoy, estarán en tu corazón;  y las enseñarás cuidadosamente a tus hijos. Hablarán de ellas cuando se sienten en su casa, cuando viajen en el camino, cuando se acuesten y cuando se levanten. Atenlas en su mano como señal, pónganlas alrededor de la frente con una banda,   y escríbanlas en los marcos de las puertas de sus casas y en sus postes.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

El Señor Jesús es el Camino, y es como una luz brillante que brilla más hasta que el día es perfecto.  Atiendo la palabra del Señor Jesús e inclino mi oído a Sus Palabras.  No se aparten de mis ojos, sino que las mantengo en medio de mi corazón.  Porque la Palabra de Dios es vida para mí y trae salud a todo mi cuerpo.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

lunes, 27 de junio de 2011

El Reino de mi Señor Jesús.




Lucas 13:18-19; Gálatas 6:9; Hebreos 6:12; Mateo 13:31-33

¿A qué se parece el reino de Dios? --continuó Jesús--. ¿Con qué voy a compararlo?   Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas.

·        No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.

·        No sean perezosos; más bien, imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas.

·         Les contó otra parábola: "El reino de los cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.  Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas." Les contó otra parábola más: "El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en una gran cantidad* de harina, hasta que fermentó toda la masa."

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Opero bajo los principios del Reino de los Cielos, por el Espíritu de Fe que me ha sido dado.  Entiendo que cuando siembro La Palabra de Dios en mi vida, es como un grano de mostaza.  A pesar de que es pequeña en comparación con las otras semillas que han sido sembradas en mí, por medio de la confianza en la Palabra de Dios (fe) y la paciencia, puedo regarla con el agua  (La Palabra de Dios) hasta que sus raíces han sido totalmente cubiertas y lo único que queda es Dios en mi vida. De esta manera, la Palabra de Dios permanece en mi arraigada.  Declaro que mi vida es un refugio porque el Señor Jesús que mora en mí, se vuelve consuelo, apoyo, amor para todos en mi círculo de influencia.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.