miércoles, 12 de enero de 2011

Hablo De Lo Que Tengo En Mi Corazón

Mateo 12:34-38 (SRV2004)
¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno,  siendo malos?,  porque de la abundancia del corazón habla la boca.
El hombre bueno,  del buen tesoro del corazón saca buenas cosas,  y el hombre malo,  del mal tesoro saca malas cosas.
Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres,  de ella darán cuenta en el día del juicio, pues por tus palabras serás justificado,  y por tus palabras serás condenado".

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.


El tesoro bueno que tengo en mi corazón es la Palabra de Dios, y por eso hablo lo que Jesús dice en Su Palabra.  Este tesoro lo obtengo confesando a Jesús como mi Señor y Salvador. El Padre Celestial me recibe como Su hijo, y me da Su Santo Espíritu. Por eso leo, oigo, medito (pienso constantemente) y hablo lo que dice Su Palabra. No hablo cualquier cosa porque el día del juicio daré cuenta de lo que ha hablado mi boca, y quiero ser aprobado por mi Padre Celestial.   
Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.