Salmo 84:4-7; Gálatas 6:10; Efesios 1:3; 2:19; Romanos 11:29; Colosenses 1:29; Proverbios 4:18; 2 Corintios 3:18; Hechos 4:16
Dichoso el que habita en tu templo, pues siempre te
está alabando. Selah. Dichoso el que
tiene en ti su fortaleza, que sólo piensa en recorrer tus sendas. Cuando pasa
por el valle de las Lágrimas lo convierte en región de manantiales; también las
lluvias tempranas cubren de bendiciones el valle. Según avanzan los peregrinos,
cobran más fuerzas, y en Sión se presentan ante el Dios de dioses.
Siempre que podamos, hagamos el bien a todos, especialmente a nuestros
hermanos en la fe.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha dado toda
clase de bendiciones espirituales en los cielos a través de Cristo.
Por lo tanto, ustedes los que no son judíos ya no son extranjeros, sino
ciudadanos junto con el pueblo santo y forman parte de la familia de Dios.
Y Dios no quita lo que regala, ni
retira su invitación a los que él elige.
Trabajo con mucho empeño por el poder de Cristo que actúa en mí y me
fortalece.
El camino de los justos es como la luz del amanecer, que cada vez brilla
más hasta que se hace de día.
Con la cara descubierta, todos nos quedamos mirando fijamente la gloria
del Señor, y así somos transformados en su imagen cada vez con más gloria. Este
cambio viene del Señor, es decir, del Espíritu.
Dijeron: ¿Qué hacemos con estos hombres? Todos en Jerusalén saben que
hicieron un gran milagro. No podemos decir nada en su contra."
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
El
Señor Jesús ha hecho morada en mi espíritu y soy bendecido con Su
presencia en todo tiempo. Le doy mi alabanza continuamente porque estoy
en Su presencia. A través de El, obtengo fuerzas para hacer lo que Él me ha enviado
hacer. Mi corazón está dispuesto a obedecer humildemente Su voluntad. Al pasar por
el valle de seco con lágrimas, este se ha convertido en un lugar de alegría
porque el lugar seco hoy hay manantial de agua dulce y hay bendición con la
tormenta de verano. El Señor Jesús mi Dios me esfuerza y me aumenta de fuerza
en fuerza. Soy hijo del Dios Altísimo y permanezco en Su presencia.
Si no has
recibido a Jesús tú Señor simplemente
has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.
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