Salmo 119:34-38; 1 Corintios 2:6-16; 2Corintios 1:20; 1 Juan 5:20; Isaías 33:15; 46:4; 55:11; Gálatas 3:14
Dame entendimiento para obedecer tu ley, y de
todo corazón yo la cumpliré. Guíame por el camino de tus mandatos, porque en él
me encuentro a gusto. Haz que mi mente se concentre en cómo seguir tus
enseñanzas y no en cómo tener ganancias mal habidas. Aleja de mi mente los
pensamientos inútiles, dame vida para vivir en tus caminos. Cumple la promesa
que le hiciste a tu siervo, la que haces a los que te respetan.
Ahora bien, es cierto que enseñamos sabiduría entre los que son maduros.
Pero la sabiduría que compartimos no viene de este mundo ni de los que lo
gobiernan, quienes están perdiendo todo su poder. Lo que enseñamos es la sabiduría secreta de
Dios que ha estado oculta desde el comienzo del mundo. El propósito de Dios es
usar esta sabiduría para nuestra gloria. Y ninguno de los gobernantes de este
mundo la entiende. Si la hubieran conocido, no habrían crucificado al glorioso
Señor. Pero, así dice la Escritura: Ningún
ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, y nadie ha imaginado lo que Dios tiene
preparado para aquellos que lo aman. Pero
Dios nos ha mostrado eso por medio del Espíritu porque lo sabe todo, incluso
los secretos más profundos de Dios. Nadie
puede saber los pensamientos de los demás. El único que sabe los pensamientos
de alguien es el espíritu que está dentro de él. Igualmente, nadie sabe los
pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios.
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
viene de Dios, para poder entender lo que Dios nos ha dado. Cuando hablamos de
eso, no usamos las palabras que nos enseñan los humanos, sino las que nos enseña
el Espíritu. Usamos palabras espirituales para explicar lo espiritual. El que no es espiritual no acepta lo que viene
del Espíritu de Dios porque le parece una tontería. No puede entenderlo porque
eso tiene que juzgarse espiritualmente. En
cambio, el que es espiritual puede juzgarlo todo, pero a él nadie lo puede
juzgar. Pues así dice la Escritura: ¿Quién conoce la mente del Señor? ¿Quién
puede darle consejo? Pero nosotros
tenemos la mente de Cristo.
No importa cuántas promesas haya
hecho Dios, Cristo siempre ha sido el sí de todas ellas. Por eso, por medio de
Jesucristo, cuando alabamos a Dios decimos: Así sea (Amen).
También sabemos que el Hijo de Dios vino y nos dio el entendimiento para
conocer a Dios, al único Dios verdadero. Nosotros lo conocemos, pues estamos en
su Hijo Jesucristo. El Padre es el verdadero Dios y la vida eterna.
Los que vivan justamente y hablen de manera honesta; los que rechacen el
dinero obtenido explotando al pueblo; los que no acepten sobornos; los que se
nieguen a participar en asesinatos y aparten sus ojos del mal.
Los seguiré cargando cuando
envejezcan y les salgan canas. Yo te hice y yo te cuidaré, te cargaré y te
salvaré.
Así también pasa con mi mensaje,
no volverá a mí vacío, sino que hará lo que yo quiero y cumplirá bien el
propósito para el que lo envío.
Cristo hizo eso para que las bendiciones que recibió Abraham llegaran a
las demás naciones. Las bendiciones vienen a través de Jesucristo para que por
medio de la fe pudiéramos recibir el Espíritu que Dios prometió.
DECLARACION DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
Mi Padre Celestial
me revela los significados más profundos de Su Palabra a través de Su Espíritu y me guía a obedecerla con todo mi corazón. El
Señor Jesús es la Palabra de Dios y Él es el Camino claro para mí en medio de esta
selva espinosa del mundo. Se trata de la única fuente segura (no hay otro
camino al Padre Celestial). Mi corazón
se fija en Su Palabra y no en la avaricia. Aparto mis ojos de las formas inútiles del
mundo y quito de mi vida todo aquello que no honra a Dios. Mi vida está establecida y preservada a través
de la Palabra de mi Señor Jesús y a través de Él he recibido la promesa hecha a Abraham: la bendición del
Espíritu Santo por medio de la fe.
Si no has recibido a Jesús tú Señor simplemente has la siguiente
oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti
en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo»
(Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo
venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del
Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra.
Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre
los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como
lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor
de hacérmelo saber.
Hosanna.enriqueibarra@gmail.com