lunes, 6 de febrero de 2012

Sigo el Camino del Señor Jesús y Su Palabra.


Salmo 119:34-38; 1 Corintios 2:6-16; 2Corintios 1:20; 1 Juan 5:20; Isaías 33:15; 46:4; 55:11; Gálatas 3:14

Dame entendimiento para obedecer tu ley, y de todo corazón yo la cumpliré. Guíame por el camino de tus mandatos, porque en él me encuentro a gusto. Haz que mi mente se concentre en cómo seguir tus enseñanzas y no en cómo tener ganancias mal habidas. Aleja de mi mente los pensamientos inútiles, dame vida para vivir en tus caminos. Cumple la promesa que le hiciste a tu siervo, la que haces a los que te respetan.

Ahora bien, es cierto que enseñamos sabiduría entre los que son maduros. Pero la sabiduría que compartimos no viene de este mundo ni de los que lo gobiernan, quienes están perdiendo todo su poder.  Lo que enseñamos es la sabiduría secreta de Dios que ha estado oculta desde el comienzo del mundo. El propósito de Dios es usar esta sabiduría para nuestra gloria. Y ninguno de los gobernantes de este mundo la entiende. Si la hubieran conocido, no habrían crucificado al glorioso Señor.  Pero, así dice la Escritura: Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, y nadie ha imaginado lo que Dios tiene preparado para aquellos que lo aman.  Pero Dios nos ha mostrado eso por medio del Espíritu porque lo sabe todo, incluso los secretos más profundos de Dios.  Nadie puede saber los pensamientos de los demás. El único que sabe los pensamientos de alguien es el espíritu que está dentro de él. Igualmente, nadie sabe los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios.  Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para poder entender lo que Dios nos ha dado. Cuando hablamos de eso, no usamos las palabras que nos enseñan los humanos, sino las que nos enseña el Espíritu. Usamos palabras espirituales para explicar lo espiritual.  El que no es espiritual no acepta lo que viene del Espíritu de Dios porque le parece una tontería. No puede entenderlo porque eso tiene que juzgarse espiritualmente.  En cambio, el que es espiritual puede juzgarlo todo, pero a él nadie lo puede juzgar. Pues así dice la Escritura: ¿Quién conoce la mente del Señor? ¿Quién puede darle consejo?  Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.

 No importa cuántas promesas haya hecho Dios, Cristo siempre ha sido el sí de todas ellas. Por eso, por medio de Jesucristo, cuando alabamos a Dios decimos: Así sea (Amen).

También sabemos que el Hijo de Dios vino y nos dio el entendimiento para conocer a Dios, al único Dios verdadero. Nosotros lo conocemos, pues estamos en su Hijo Jesucristo. El Padre es el verdadero Dios y la vida eterna.

Los que vivan justamente y hablen de manera honesta; los que rechacen el dinero obtenido explotando al pueblo; los que no acepten sobornos; los que se nieguen a participar en asesinatos y aparten sus ojos del mal.

 Los seguiré cargando cuando envejezcan y les salgan canas. Yo te hice y yo te cuidaré, te cargaré y te salvaré.

 Así también pasa con mi mensaje, no volverá a mí vacío, sino que hará lo que yo quiero y cumplirá bien el propósito para el que lo envío.

Cristo hizo eso para que las bendiciones que recibió Abraham llegaran a las demás naciones. Las bendiciones vienen a través de Jesucristo para que por medio de la fe pudiéramos recibir el Espíritu que Dios prometió.


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

 Mi Padre Celestial me revela los significados más profundos de Su Palabra a través de Su Espíritu  y me guía a obedecerla con todo mi corazón. El Señor Jesús es la Palabra de Dios y Él es el Camino claro para mí en medio de esta selva espinosa del mundo. Se trata de la única fuente segura (no hay otro camino al Padre Celestial).  Mi corazón se fija en Su Palabra y no en la avaricia.  Aparto mis ojos de las formas inútiles del mundo y quito de mi vida todo aquello que no honra a Dios.  Mi vida está establecida y preservada a través de la Palabra de mi Señor Jesús y a través de Él he recibido la  promesa hecha a Abraham: la bendición del Espíritu Santo por medio de la fe.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
Hosanna.enriqueibarra@gmail.com