lunes, 30 de enero de 2012

Guardo en mi corazón las Palabras del Señor Jesús.


Lucas 6:43-45; Salmo 1:1-3; Juan 15:1-8; Proverbios 18:20-21; Filipenses 4:8; Mateo 12:33-35; Marcos 11:22-25

No es buen árbol el que da malos frutos,  ni árbol malo el que da buen fruto, pues todo árbol se conoce por su fruto, ya que no se cosechan higos de los espinos ni de las zarzas se vendimian uvas.  El hombre bueno,  del buen tesoro de su corazón saca lo bueno;  y el hombre malo,  del mal tesoro de su corazón saca lo malo,  porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Bienaventurado  el varón que no anduvo en consejo de malos,  ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado, sino que en la ley de Jehová está su delicia y en su Ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae,  y todo lo que hace prosperará.

Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto,  lo quitará;  y todo aquel que lleva fruto,  lo limpiará,  para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí,  y yo en vosotros.  Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo,  si no permanece en la vid,  así tampoco vosotros,  si no permanecéis en mí. Yo soy la vid,  vosotros los pámpanos;  el que permanece en mí y yo en él,  este lleva mucho fruto,  porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece,  será echado fuera como pámpano,  y se secará;  y los recogen,  los echan en el fuego y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho.  En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto y seáis así mis discípulos.

Del fruto de la boca del hombre se llena su vientre; se sacia del producto de sus labios.  La muerte y la vida están en poder de la lengua; el que la ama,  comerá de sus frutos.

Por lo demás,  hermanos,  todo lo que es verdadero,  todo lo honesto,  todo lo justo,  todo lo puro,  todo lo amable,  todo lo que es de buen nombre;  si hay virtud alguna,  si algo digno de alabanza,  en esto pensad.

Si el árbol es bueno,  su fruto es bueno;  si el árbol es malo,  su fruto es malo,  porque por el fruto se conoce el árbol.  ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno,  siendo malos?,  porque de la abundancia del corazón habla la boca.  El hombre bueno,  del buen tesoro del corazón saca buenas cosas,  y el hombre malo,  del mal tesoro saca malas cosas.


Respondiendo Jesús,  les dijo: Tened fe en Dios. De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: Quítate y arrójate en el mar,  y no duda en su corazón,  sino que cree que será hecho lo que dice,  lo que diga le será hecho. Por tanto,  os digo que todo lo que pidáis orando,  creed que lo recibiréis,  y os vendrá.  Y cuando estéis orando,  perdonad,  si tenéis algo contra alguien,  para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Soy como un árbol bueno y sano que da frutos deseables.  Soy un hombre con una integridad inflexible.  He sido elegido para mostrar la gloria y majestad de mi Padre Celestial.  Soy conocido e identificado por el fruto que doy en mi vida.  Concentro mi atención en lo que es bueno, honorable y digno de elogio.  Voluntariamente permito dejar entrar en mi corazón solo las cosas buenas y rechazo las cosas corruptas de los impíos.  De los tesoros de las cosas buenas que he sembrado en mi corazón, produzco una cosecha que es honorable e intrínsecamente buena.  Propongo en mi corazón hablar sólo aquellas cosas que producen un ambiente propicio para la vida que Dios me da.  Mi vida es Jesús por lo tanto mi corazón habla de la Vida.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: Hosanna.enriqueibarra@gmail.com