miércoles, 30 de marzo de 2011

Plantado Como Arboles Junto A Las Aguas.


Números 24:5-9
¡Cuán hermosas son tus tiendas, Jacob, y tus habitaciones, Israel! Como arroyos están extendidas, como huertos junto al río, como áloes plantados por Jehová, como cedros junto a las aguas. De sus manos destilan aguas, y su descendencia tiene agua en abundancia. Su rey es más grande que Agag, y su reino es engrandecido. Dios, que lo sacó de Egipto, tiene fuerzas como de búfalo. Devora a las naciones enemigas, desmenuza sus huesos y las traspasa con sus flechas. Se agazapa y se echa como un león, como una leona. ¿Quién lo despertará? ¡Benditos sean los que te bendigan y malditos los que te maldigan!

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Soy de la familia de Dios, soy como un jardín junto a un río, como un árbol plantado por el Señor Jesús. El agua (La Palabra de Dios) fluye libremente a través de mí, me da vida y hace fructificar las semillas (Su Palabra) que he sembrado en mi corazón. Tengo mis propias fuentes de riqueza y abundancia, es la provisión infinita de mi Padre Celestial. Mis hijos viven en medio de la abundancia, en medio de Su Palabra. Mi Padre Celestial me ha librado de la esclavitud y me ha dado la fuerza de un toro salvaje. Estoy listo y preparado para conquistar y vencer las dificultades de la vida. Soy como un león que ningún enemigo se atreve a despertar. Aplasto a todos mis enemigos y están debajo de las plantas de mis pies.  Todos aquellos que me bendigan serán bendecidos y todos aquellos que me maldicen, se maldicen a sí mismos.
Leer fonéticamente

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.