domingo, 21 de agosto de 2011

En el Señor Jesús siempre cosecho Vida eterna.


 
Gálatas 6:7-10; Romanos2:5-7, 12:9-21; Génesis 8:22; 1Corintios 15:58

No se engañen: nadie se burla de Dios. Se recoge lo que se siembra: el que siembra para satisfacer su carne, de la carne recogerá sólo la corrupción; y el que siembra según el Espíritu, del Espíritu recogerá la Vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien, porque la cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos. Por lo tanto, mientras estamos a tiempo hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.

Por tu obstinación en no querer arrepentirte, vas acumulando ira para el día de la ira, cuando se manifiesten los justos juicios de Dios, que retribuirá a cada uno según sus obras.  El dará la Vida eterna a los que por su constancia en la práctica del bien, buscan la gloria, el honor y la inmortalidad.  Amen con sinceridad. Tengan horror al mal y pasión por el bien.  Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos.  Con solicitud incansable y fervor de espíritu, sirvan al Señor. Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración. Consideren como propias las necesidades de los santos y practiquen generosamente la hospitalidad. Bendigan a los que los persiguen, bendigan y no maldigan nunca. Alégrense con los que están alegres, y lloren con los que lloran.  Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los más humildes. No presuman de sabios. No devuelvan a nadie mal por mal. Procuren hacer el bien delante de todos los hombres. En cuanto dependa de ustedes, traten de vivir en paz con todos.  Queridos míos, no hagan justicia por sus propias manos, antes bien, den lugar a la ira de Dios. Porque está escrito: Yo castigaré. Yo daré la retribución, dice el Señor.  Y en otra parte está escrito: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Haciendo esto, amontonarás carbones encendidos sobre su cabeza.  No te dejes vencer por el mal. Por el contrario, vence al mal, haciendo el bien.

De ahora en adelante, mientras dure la tierra, no cesarán la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche".

Por eso, queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos que realizan por él no serán vanos.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

No me engaño en pensar que puedo hacer lo que quiera y aun así salirme con la mía.  Dios no puede ser burlado de esta manera,  porque Él ha establecido las leyes de la siembra y la cosecha en la tierra y mientras la tierra permanezca, estas leyes se mantendrán así.  Por lo tanto, voy a obtener exactamente lo que siembre.  Si siembro a favor de la naturaleza pecaminosa, de esa naturaleza segare corrupción; si siembro para mi espíritu, a través del Espíritu Santo, voy a cosechar los beneficios de la vida eterna.  Propongo en mi corazón nunca cansarme de hacer el bien, porque en su momento recogeré una cosecha abundante, siempre y cuando no me dé por vencido.  Por lo tanto, cada vez que tenga una oportunidad, hare el bien a todos, especialmente a aquellos que están en la familia: la familia de la fe en el Señor Jesus.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.