domingo, 5 de febrero de 2012

Hay recompensa en la obediencia a la Palabra de Dios.


2 Reyes 5:10-14; 2 Crónicas 20:20; Deuteronomio 28:1; Juan 14:15; Isaías 53:4-5; Salmo 103:1-5; Éxodo 15:26; Santiago 5:14-16.

Eliseo le mandó un mensajero que le dijo: «Anda y lávate en el río Jordán siete veces y se te sanará la piel; quedarás puro y limpio». Naamán se enojó y se fue, diciendo: Pensé que Eliseo saldría y se pararía delante de mí, pediría en el nombre del Señor su Dios y luego pasaría la mano sobre mi cuerpo para sanar la lepra. Los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar son mejores que toda el agua de Israel, ¿porque no me puedo bañar en aquellos ríos de Damasco y limpiarme ahí? Naamán se enojó mucho y dio media vuelta para irse. Pero los siervos de Naamán fueron y le dijeron: —Señor, si el profeta le hubiera dicho que hiciera algo muy difícil lo habría hecho, ¿no es cierto? Con más razón ahora que sólo le dijo: Lávate y quedarás puro y limpio. Así que Naamán hizo lo que el hombre de Dios había dicho. Bajó y se lavó en el Jordán siete veces, ¡y quedó puro y limpio! Su piel se volvió tan suave como la de un bebé.

Se levantaron al día siguiente bien temprano y salieron al desierto de Tecoa. Mientras salían Josafat dijo: Escúchenme, habitantes de Judá y Jerusalén, confíen en el Señor su Dios y serán salvos; confíen en sus profetas y tendrán éxito.

Si obedeces completamente la voz del Señor tu Dios al seguir fielmente todos sus mandamientos que te mando hoy, entonces el Señor tu Dios te hará la nación más importante de todas.

Si me aman, obedecerán mis mandamientos.

Verdaderamente él soportó todos nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores. Aunque nosotros pensamos que Dios lo había castigado, golpeado y afligido, en realidad él fue traspasado debido a nuestra rebeldía. Fue magullado por las maldades que nosotros hicimos. El castigo que él recibió hizo posible nuestro bienestar. Sus heridas nos hicieron sanar a nosotros.

Alma mía, alaba al Señor; que todo mi ser alabe su santo nombre.  Alma mía, alaba al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios. Dios perdona todos tus pecados y sana todas tus enfermedades. Él salva tu vida de la muerte; te llena de fiel amor y compasión.  Te bendice en abundancia, te rejuvenece como el águila.

Les dijo: Si ustedes en verdad obedecen al Señor su Dios, hacen lo que a él le parece bien, escuchan sus órdenes y cumplen sus leyes, no les enviaré ninguna de las plagas que le envié a Egipto, porque yo soy el Señor, el que los sana.

Si alguno está enfermo, que les pida a los ancianos líderes de la iglesia que oren por él y que lo unjan con aceite en el nombre del Señor.  La oración hecha con fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Si ha cometido pecados, el Señor lo perdonará. Por eso, confiésense sus pecados unos a otros, y luego oren unos por otros. Hagan eso para que Dios los sane. La oración de quien está bien con Dios es poderosa y efectiva.


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

No me ofenden ni me cargan los requerimientos de los profetas del Señor Jesús (porque me hablan sobre lo que Dios dice en Su Palabra). Cualquier cosa que requiera el Señor Jesús de mi, soy obediente a realizarlo porque Su Palabra así me  pide hacer.  Por lo tanto, me levanto limpio de mis pecados, fortalecido de toda debilidad, y sanado de toda enfermedad. Dejo atrás toda debilidad, dolencia o enfermedad  porque estas no se pueden aferrar a mí, porque he creído y declarado Su Palabra, creo en el Nombre de Jesus, y Él ya ha obrado en mí.  ¡Gracias Señor Jesús!

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
Hosanna.enriqueibarra@gmail.com