Jeremías 31: 11-14; Gálatas 3:13; Colosenses 2:15;
Lucas10:19; Salmo 1:1-3; 112; 149:3; Juan 16:22
Porque el Señor rescató [redimido] a Jacob; lo redimió de una mano más
[demasiado fuerte para el] poderosa. Vendrán
y cantarán [con voz fuerte] jubilosos en
las alturas de Sión; disfrutarán de las bondades del Señor: el trigo, el jugo
de [la uva] vino nuevo y el aceite, las
crías de las ovejas y las vacas. Serán [su espirito] como un jardín bien
regado, y no volverán a desmayar [no volverán a sufrir dolor]. Entonces las jóvenes danzarán con alegría, y
los jóvenes junto con los ancianos. Convertiré su duelo en gozo, y los
consolaré; transformaré su dolor en alegría. Colmaré
de abundancia a los sacerdotes, y saciaré con mis bienes a mi pueblo [y estarán
satisfechos]", afirma el Señor.
Cristo nos rescató de la maldición de la ley al
hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: "Maldito todo el que es
colgado de un madero."
Desarmó a los poderes y a las potestades, y por
medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.
Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear
serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá
hacer daño.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los
malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de
los blasfemos, sino que en la ley del
Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un
río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo
cuanto hace prospera!
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Dichoso el que
teme al Señor, el que halla gran deleite en sus mandamientos. Sus hijos dominarán el país; la descendencia de los justos será bendecida. En su casa habrá abundantes riquezas, y para siempre permanecerá su justicia. Para los justos la luz brilla en las
tinieblas. ¡Dios es clemente, compasivo
y justo! Bien le va al que presta con
generosidad, y maneja sus negocios con
justicia. El justo será siempre
recordado; ciertamente nunca fracasará. No temerá recibir malas noticias; su corazón estará firme, confiado en el Señor.
Su corazón estará seguro, no tendrá
temor, y al final verá derrotados a sus
adversarios. Reparte sus bienes entre
los pobres; su justicia permanece para
siempre; su poder será gloriosamente exaltado. El malvado verá esto, y se irritará; rechinando
los dientes se irá desvaneciendo. ¡La
ambición de los impíos será destruida!
Que alaben Su Nombre con danzas; que le canten
salmos al son de la lira y el pandero.
Lo mismo les pasa a ustedes: Ahora están tristes,
pero cuando vuelva a verlos se alegrarán, y nadie les va a quitar esa alegría.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
El Señor Jesús me ha redimido del poder del enemigo.
El Señor lo ha despojado de su autoridad sobre mí y le ha dejado sin poder por
debajo mis pies. Por esto entro en Su Templo con gritos de alabanza y alegría debido
a Su abundante bondad, de librarme de la condenación eterna [salvación que recibí
en el Señor Jesús] de mi vida. Soy como
un pozo, como un jardín regado y floreciente de belleza con finas frutas. El
dolor que causaba el pecado, ha sido quitado de en medio de mí y bailo y canto
con voz fuerte con gran regocijo en la presencia de mi Padre Celestial. Prefiero
la abundancia y la alegría en lugar del dolor y la escases. Mi corazón está lleno de la riqueza del mismo
Dios a través del Espíritu Santo.
Si no has
recibido a Jesús tú Señor simplemente
has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido,
seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos
2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
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