domingo, 9 de enero de 2011

Y el que saciare, él también será saciado

Proverbios 11:23-28  (SRV2004)
El deseo de los justos es solamente el bien: Mas la esperanza de los impíos es el enojo.
Hay quienes reparten, y les es añadido más: Y hay quienes son escasos más de lo que es justo, mas vienen a pobreza.  El alma liberal será engordada: Y el que saciare, él también será saciado.   Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá: Mas bendición será sobre la cabeza del que lo vende.   El que procura el bien buscará favor: Mas el que busca el mal, éste le vendrá.   El que confía en sus riquezas, caerá; mas los justos reverdecerán como ramas.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.


Todos mis deseos son para cosas buenas. He dado libremente, sin restricciones, y sin embargo gano aun más.  Mi generosidad causa que se derramen en mi vida enorme abundancia de cosas buenas. Cuando doy a otros  yo también recibo.  Cuando mi mano se dispone  a dar y hacer el bien, mi cabeza se corona con la bendición de Dios. Por mis acciones demuestro que mi confianza no está en las riquezas, sino en la prosperidad que solo Dios puede dar.  Por  Él tengo abundancia y prospero como una rama verde.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén