jueves, 26 de mayo de 2011

Creo que Jesús es Ungido de Dios

.1 Juan 5:1-5     NVI
Todo el que cree que Jesús es el Cristo,  ha nacido de Dios,  y todo el que ama al padre,  ama también a sus hijos.  Así,  cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos,  sabemos que amamos a los hijos de Dios. En esto consiste el amor a Dios: en que obedezcamos sus mandamientos.  Y éstos no son difíciles de cumplir, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo.  Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Creo que Jesús es el Cristo (el Ungido de Dios), por lo tanto, he nacido de Dios.  Claramente veo todo el panorama de la familia de Dios. Así como amo al Padre Celestial, asi también amo a sus hijos, ya que todos somos uno en Jesús. Amo a la Iglesia, porque amo a Dios y obedezco Sus mandamientos. Muestro mi amor por Dios cuando obedezco Sus mandamientos. Sus mandamientos no me son gravosos, sino que son puros y preciosos.  Son perfectamente razonables y en lo más mínimo difíciles de obedecer, siempre y cuando permanezca en Dios.  He nacido de Dios y he vencido al mundo.  Mi fe es la victoria que vence al mundo. Todas las circunstancias deben ceder a ella.  A través de mi fe, puedo superar obstáculos,  contratiempos, problemas y dificultades de todo tipo. Creo que Jesús es el Hijo de Dios, y mi fe en Él ha vencido al mundo.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.