lunes, 5 de septiembre de 2011

Solo Tú eres el Señor Jesús y cumples Tu Palabra


Nehemías 9:6-8; Salmo 36:6; Génesis 12:1-3; Gálatas 3:7-18; Hebreos 10:14-17; Efesios 1:4
Tú solo eres Jehová.  Tú hiciste los cielos,  y los cielos de los cielos, con todo su ejército,  la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos. Tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran.  Tú eres,  oh Jehová, el Dios que escogió a Abram; tú lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste por nombre Abraham.  Hallaste fiel su corazón delante de ti, e hiciste pacto con él para darle la tierra del cananeo, del heteo,  del amorreo, del ferezeo,  del jebuseo y del gergeseo, para darla a su descendencia;  y cumpliste tu palabra,  porque eres justo.

Tu justicia es como los montes de Dios; tus juicios,  abismo grande.  Tú,  Jehová,  al hombre y al animal conservas.

Jehová había dicho a Abram: "Vete de tu tierra,  de tu parentela y de la casa de tu padre,  a la tierra que te mostraré.  Haré de ti una nación grande,  te bendeciré,  engrandeceré tu nombre y serás bendición.  Bendeciré  a los que te bendigan,  y a los que te maldigan maldeciré;  y serán benditas en ti todas las familias de la tierra"

Sabed,  por tanto,  que los que tienen fe,  estos son hijos de Abraham. Y la Escritura,  previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles,  dio de antemano la buena nueva a Abraham,  diciendo: "En ti serán benditas todas las naciones".  De modo que los que tienen fe son bendecidos con el creyente Abraham.  Todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición,  pues escrito está: "Maldito sea el que no permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la Ley,  para cumplirlas"  Y que por la Ley nadie se justifica ante Dios es evidente,  porque  "el justo por la fe vivirá". Pero la Ley no procede de la fe,  sino que dice: "El que haga estas cosas vivirá por ellas".  Cristo nos redimió  de la maldición de la Ley,  haciéndose maldición  por nosotros (pues está escrito: "Maldito todo el que es colgado en un madero"),  para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzara a los gentiles,  a fin de que por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu. Hermanos,  hablo en términos humanos: Un pacto,  aunque sea hecho por un hombre,  una vez ratificado,  nadie lo invalida,  ni le añade. Ahora bien,  a Abraham fueron hechas las promesas,  y a su descendencia.  No dice: "Y a los descendientes",  como si hablara de muchos,  sino como de uno:  "Y a tu descendencia",  la cual es Cristo. Esto,  pues,  digo: El pacto previamente ratificado por Dios en Cristo no puede ser anulado por la Ley,  la cual vino cuatrocientos treinta años después;  eso habría invalidado la promesa,  porque si la herencia es por la Ley,  ya no es por la promesa;  pero Dios se la concedió a Abraham mediante la promesa.

Y así,  con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.  El Espíritu Santo nos atestigua lo mismo,  porque después de haber dicho: "Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días,  dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré",  añade:   "Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones"

Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha  delante de él.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Sirvo a un Dios grande y temible.  Él es el creador de todas las cosas, las del cielo y las de la tierra. Jesús es el dador de vida, todo subsiste por El.  ¡Él me ha elegido para tener un pacto conmigo!  Él me eligió para que sea Su hijo. Él ha recreado mi espíritu y tengo un nuevo corazón que es fiel a mi Dios.  Debido a esto, creo y recibo Sus promesas por medio de la fe en el Señor Jesucristo.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan
3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv