domingo, 25 de noviembre de 2012

El Señor Jesús mi Dios me toma con grandes misericordias


Isaías 54: 7 – 10; Jeremías 29:11; Romanos 5:10; 2 Corintios 4:17; Salmo 119:65; Romanos 8:38-39; Salmo 103:1-6; Hebreos 8:6; 10:15-17

“Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti”, dice Jehová, tu Redentor. Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra. Asimismo he jurado que no me enojaré contra ti ni te reñiré. Porque los montes se moverán y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia ni el pacto de mi paz se romperá.

Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.

Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida!

Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.

Tú, Señor, tratas bien a tu siervo, conforme a Tu Palabra.

Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los  demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser Su santo Nombre.  Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.  Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; Él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; Él colma de bienes tu vida  y te rejuvenece como a las águilas. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos. Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al pueblo de Israel. El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor. No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente. No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades.  Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra.  Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente.    Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos.  Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro. El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos,   con los que cumplen Su pacto y se acuerdan de Sus preceptos para ponerlos por obra.  El Señor ha establecido su trono en el cielo; su reinado domina sobre todos.  Alaben al Señor, ustedes sus ángeles, paladines que ejecutan su palabra y obedecen su mandato.  Alaben al Señor, todos sus ejércitos, siervos suyos que cumplen su voluntad. Alaben al Señor, todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio. ¡Alaba, alma mía, al Señor!

Pero el servicio sacerdotal que Jesús ha recibido es superior al de ellos, así como el pacto del cual es mediador es superior al antiguo, puesto que se basa en mejores promesas.

También el Espíritu Santo nos da testimonio de ello. Primero dice: Éste es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su corazón, y las escribiré en su mente. Después añade: "Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades."

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

El inmenso amor del Señor Jesús me ha sacado de la tierra de la oscuridad; por lo que hoy tengo en una comunión permanente y perfecta con Él.  Todas Sus acciones hoy muestran una profunda compasión y bondad eterna hacia mí.  Aunque las montañas se tambaleen y las colinas sean quitadas, el amor de Dios hacia mí no fallará porque grande es Su misericordia y Su pacto conmigo no se romperá.
Leer fonéticamente

Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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