lunes, 26 de noviembre de 2012

Jesús Es Mi Pan de Vida


Juan 6:35-40; Efesios 1:13-14; Romanos 8:1; 10:8-10; 2 Timoteo 1:7; Juan 10:7-18; Judas 1:23

Yo soy el pan de vida --declaró Jesús--. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed. Pero como ya les dije, a pesar de que ustedes me han visto, no creen. Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo. Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la del que me envió. Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final. Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.

En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que  les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. Éste garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria.

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús.

¿Qué afirma entonces? "Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón."* Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.

Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Por eso volvió a decirles: "Ciertamente les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.  Todos los que vinieron antes de mí eran unos ladrones y unos bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo.  Se moverá con entera libertad, y hallará pastos. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas. Cuando ve que el lobo se acerca, abandona las ovejas y huye; entonces el lobo ataca al rebaño y lo dispersa. Y ese hombre huye porque, siendo asalariado, no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Por eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla. Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla. Éste es el mandamiento que recibí de mi Padre.

A otros, sálvenlos arrebatándolos del fuego. Compadézcanse de los demás, pero tengan cuidado; aborrezcan hasta la ropa que haya sido contaminada por su cuerpo.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

El Señor Jesús es mi Pan de Vida.  Creo en Él con todo mi corazón.  No le he visto pero creo en mi Señor Jesús, creo en Su Palabra. El Padre Celestial ha confiado mi seguridad eterna a Él. Me he vuelto a el Señor Jesús y  no me desprecia. Él me ha dado Su Palabra donde dice que no hay absolutamente ninguna razón para rechazarme. Debido a que el Señor  Jesús vive en mí porque le he dado  mi vida,  ahora no tengo ningún temor.   El Señor Jesús mi Dios hace la voluntad del Padre Celestial y esta es la voluntad del Padre: que nunca me pierda. Sé que tengo nueva vida y que el Señor Jesús me levantará en el día final. El Señor  Jesús es el Buen Pastor de mi vida. Él no permitirá que me aparte de la manada para ser devorado por los lobos.  Ahora soy hijo de Dios. Yo creo en el Señor Jesús con todo mi corazón. La seguridad de la vida eterna se basa en mi fe en el Señor Jesús y Su Palabra.  Y la vida eterna es: Conocer al Padre y conocer a Su Hijo y yo los conozco cada día más y más.
Leer fonéticamente

Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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