sábado, 13 de agosto de 2011

Doy testimonio de la resurrección de mi Señor Jesús.


Hechos 4:33-34; 1 Corintios 3:16; Efesios 3:20, 6:10; Hechos 1:8,22, 2:45
 
Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos.  No había, pues, ningún necesitado entre ellos, porque todos los que eran propietarios de terrenos o casas los vendían, traían el precio de lo vendido
 
 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros,

Por el cual soy embajador en cadenas; a fin de que por ello yo hable con valentía, como debo hablar.

Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.

Comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue tomado de nosotros y recibido arriba, es preciso que uno sea con nosotros testigo de su resurrección."

Vendían sus posesiones y bienes, y los repartían a todos, a cada uno según tenía necesidad.



DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Testifico y demuestro la resurrección del Señor Jesús a través de la fuerza, la habilidad y el poder del Espíritu Santo que mora dentro de mí.  Este poder divino para cumplir mí llamado está dentro de mí.  No he sido destituido ni tampoco empobrecido,  sino que soy un miembro de la familia de Dios y nosotros nos encargamos los unos de los otros en el espíritu por el amor ágape.  Demuestro el  carácter de Dios al estar siempre pensando y ayudando a los demás porque son tan importantes como lo soy yo para el Señor Jesús.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.