miércoles, 6 de julio de 2011

Por la Sangre derramada en el madero, el Señor Jesús me ha acercado a Dios Padre.



Efesios 2:13-16; Colosenses 1:20, 2:13-14; Gálatas 4:4-6, 6:15  
 
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre del Cristo.  Porque él es nuestra paz, que de ambos hizo uno, deshaciendo la pared intermedia de separación; deshaciendo en su carne las enemistades, que eran la ley de los mandamientos en orden a ritos, para edificar en sí mismo los dos en un nuevo hombre, haciendo la paz,  y reconciliando a ambos con Dios por el madero en un mismo cuerpo, matando en ella las enemistades.

·        Y por él reconciliar todas las cosas así, pacificando por la sangre de su madero, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos.  

·        Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os vivificó juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, Rayendo la carta de los decretos que nos era contraria, que era contra nosotros, quitándola de en medio y clavándola en el madero;

·        Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió su Hijo, nacido de mujer, nacido súbdito de la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones, el cual clama: Abba, Padre.

·        Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


Sin Jesucristo, yo, que estaba alejado de Dios y ajeno a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en este mundo. Pero por el Señor Jesús hemos sido reconciliados con Dios por medio de Su sangre. El Señor Jesús, se ha convertido en mi paz, al haber destruido todas las barreras que me alejaban de Él, y aboliendo en Su carne la Ley de Moisés, con Sus mandamientos y normas, lo hizo con el fin de re-crearme en Jesús.  Ahora soy un hombre nuevo y pertenezco a un nuevo grupo de personas unidas por la misma fe, llamadas el Cuerpo de Cristo, ya que hemos sido recreados en Cristo Jesús.  Soy partícipe de la naturaleza divina. Soy un heredero de la familia de Dios.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.