Proverbios 4:18, 20-22; Salmo 107,20; 119:105; Deuteronomio 6:6-9
Pero el sendero de la rectitud es como la luz del alba, brilla en aumento hasta llegar a pleno día. Hijo mío, presta atención a lo que estoy diciendo; inclina tu oído a mis palabras. No las pierdas de vista, guárdalas profundamente en tu corazón; porque ellas son vida para el que las encuentra y salud para todo su ser.
· Él envió Su Palabra [Yahshúa] y los sanó, El los liberó de la destrucción.
· Lámpara a mis pies es Tu Ley y luz en mi senda.
· Estas palabras, las cuales te estoy ordenando hoy, estarán en tu corazón; y las enseñarás cuidadosamente a tus hijos. Hablarán de ellas cuando se sienten en su casa, cuando viajen en el camino, cuando se acuesten y cuando se levanten. Atenlas en su mano como señal, pónganlas alrededor de la frente con una banda, y escríbanlas en los marcos de las puertas de sus casas y en sus postes.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS
El Señor Jesús es el Camino, y es como una luz brillante que brilla más hasta que el día es perfecto. Atiendo la palabra del Señor Jesús e inclino mi oído a Sus Palabras. No se aparten de mis ojos, sino que las mantengo en medio de mi corazón. Porque la Palabra de Dios es vida para mí y trae salud a todo mi cuerpo.
Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él, porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo, Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.
Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).
Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4). Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.