viernes, 25 de febrero de 2011

Me Presento Ante Señor Jesús


Romanos 12:1-3(RV95)
Por lo tanto, hermanos,  os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo,  agradable a Dios,  que es vuestro verdadero culto.  No os conforméis a este mundo,  sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,  para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios,  agradable y perfecta. Digo,  pues,  por la gracia que me es dada,  a cada cual que está entre vosotros,  que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener,  sino que piense de sí con cordura,  conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Por la misericordia de Dios hacia mi, dedico mi cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Esta es mi adoración espiritual.  Seguiré el camino que me muestre el Espíritu Santo.  No me ajusto a los caminos del mundo,  sino que soy transformado mediante la renovación de mi mente con la Palabra de Dios y así podré conocer la buena voluntad, agradable y perfecta de Dios. Vivo por la gracia de Dios.  No me considero más de lo que debo, porque sé que por mí mismo nada soy.  Más bien pienso de mí con buen juicio.  Sé que mi valor ante los ojos de Dios es inestimable, y que Él me ha dado la medida de fe para esta vida. Sin embargo, no olvido que todo lo que tengo, todo lo que soy, es porque el Señor Jesús me lo ha dado.  Dependo total y completamente de mi Señor Jesús, y esto me da sumo gozo.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén