lunes, 8 de agosto de 2011

Por la sangre del Señor Jesucristo entro libremente al lugar Santo.



Hebreos 10:12-23, 1:3-13; Efesios 2:4-6; Salmo 103:10-12, 110:1 Romanos 10:8

Pero este sacerdote, después de ofrecer por los pecados un solo sacrificio para siempre, se sentó a la derecha de Dios,  en espera de que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando. También el Espíritu Santo nos da testimonio de ello. Primero dice: "Éste es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su corazón, y las escribiré en su mente."  Después añade: "Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades."  Y cuando éstos han sido perdonados, ya no hace falta otro sacrificio por el pecado.  Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo,  por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo;  y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios.  Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura.  Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa.

El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas. Así llegó a ser superior a los ángeles en la misma medida en que el nombre que ha heredado supera en excelencia al de ellos. Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: "Tú eres mi hijo; hoy mismo te he engendrado";* "Yo seré su Padre, y él será mi Hijo"?  Además, al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: "Que lo adoren todos los ángeles de Dios." En cuanto a los ángeles dice: "Él hace a sus ángeles vientos, y a sus servidores llamas de fuego." Pero con respecto al Hijo dice: "Tu trono, oh Dios, permanece por los siglos de los siglos, y la justicia es el bastón de mando de tu gobierno. Has amado la justicia y odiado la maldad; por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con aceite de alegría, exaltándote por encima de tus compañeros." También dice: "Tú, oh Señor, en el principio pusiste los cimientos de la tierra, y el cielo es obra de tus manos.  Ellos perecerán, pero tú permaneces para siempre. Se desgastarán como un vestido,   los doblarás como un manto, y cambiarán como ropa que se muda; pero tú eres siempre el mismo, y tus años nunca se acabarán." ¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: "Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies"?
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros,  nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!  Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales

No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades. Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra.  Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente.

Así dijo el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies."

¿Qué afirma entonces? "Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón."* Esta es la palabra de fe que predicamos:


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

El Señor Jesús ofreció de una vez y para siempre un sacrificio aceptable por mis pecados y se sentó a la diestra de Dios Padre.  El Espíritu Santo también testifica sobre esto, diciendo: "Este es el pacto que haré con ellos, dice el Señor, voy a poner mis leyes en sus corazones y las escribiré en sus mentes" y "de sus pecados y sus actos ilícitos no me acordaré más."  Ya que estos me han sido perdonados, ya no hay necesidad de ningún tipo de sacrificio por mis pecados.  Por lo tanto,  ya que ahora gozo de plena libertad y confianza para entrar al trono de Dios Todopoderoso  por la sangre de Jesús, puedo acercarme a Dios con corazón sincero y la plena fe,  porque sé, sin sombra de duda, que el que hizo la promesa es Fiel.  Él hará lo que Él dijo que haría.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.