viernes, 15 de julio de 2011

Tengo la autoridad delegada por el Señor Jesús.



Mateo 18:18-20; Mateo 6:10;  2Corintios 5:20; Juan14:13-14; Hebreos 10:25; Hechos 20:7 

De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra será atado en el cielo;  y todo lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo.  Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan,  les será hecho por mi Padre que está en los cielos,  porque donde están dos o tres congregados en mi nombre,  allí estoy yo en medio de ellos.


·        Venga tu reino.  Hágase tu voluntad,  como en el cielo,  así también en la tierra.

·        Así que,  somos embajadores en nombre de Cristo,  como si Dios rogara por medio de nosotros;  os rogamos en nombre de Cristo:  Reconciliaos con Dios.

·        Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre,  lo haré,  para que el Padre sea glorificado en el Hijo.  Si algo pedís en mi nombre,  yo lo haré.

·        No dejando de congregarnos,  como algunos tienen por costumbre,  sino exhortándonos;  y tanto más,  cuanto veis que aquel día  se acerca.

·        El primer día de la semana,  reunidos los discípulos para partir el pan,  Pablo que tenía que salir al día siguiente,  les enseñaba,  y alargó el discurso hasta la medianoche.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


Tengo la misma autoridad del cielo conmigo aquí en mi caminar por esta tierra.  Es mi responsabilidad establecer en la tierra lo que ya ha sido establecido para mí en el cielo.  Por lo tanto, voy a caminar por la autoridad delegada por el Señor Jesus,  atando en la tierra aquello que ya ha sido atado por mí en el cielo y desatando en la tierra todo lo que ha sido desatado en el cielo para mí.
Soy parte del cuerpo de Jesús, y en mi caminar cristiano cuando me junto con mis hermanos y hermanas en Cristo y estamos de acuerdo en perfecta armonía esperando la respuesta específica a nuestra oración, nuestro Padre Celestial se encarga de que sea hecho lo que pedimos. 
Porque donde quiera que nos unimos en perfecta comunión con otros creyentes en oración,  y tomemos nuestro lugar en la autoridad del nombre de Jesús, Él mismo, el gran Yo Soy, está ahí en medio de nosotros, dándonos el  poder necesario para recibir respuesta a nuestra oración.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.