Salmo 9:1-5; Malaquías 4:1-3; Santiago 4:7;
Salmo 8:2; 22:3; Éxodo 23:27-30
Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón,
y contar todas tus maravillas. Quiero
alegrarme y regocijarme en ti, y cantar salmos a tu Nombre, oh Altísimo. Mis enemigos retroceden; tropiezan y perecen
ante ti. Porque tú me has hecho justicia,
me has vindicado; tú, juez justo, ocupas tu trono. Reprendiste a los paganos, destruiste a los
malvados; ¡para siempre borraste su memoria!
¡Miren, ya viene el día,
ardiente como un horno! Todos los soberbios y todos los malvados serán como
paja, y aquel día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama dice el
Señor Todopoderoso. Pero para ustedes
que temen mi Nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud.
Y ustedes saldrán saltando como becerros recién alimentados. El día que yo actúe ustedes pisotearán a los
malvados, y bajo sus pies quedarán hechos polvo dice el Señor Todopoderoso.
Así que sométanse a Dios.
Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.
Por causa de tus
adversarios has hecho que brote la alabanza de labios de los pequeñitos y de los niños de
pecho, para silenciar al enemigo y al rebelde.
Pero tú eres santo, tú eres
Rey, ¡tú eres la alabanza de Israel!
En toda nación
donde pongas el pie haré que tus enemigos te tengan miedo, se turben y huyan de
ti. Delante de ti enviaré avispas, para
que ahuyenten a los heveos, cananeos e hititas. Sin embargo, no los desalojaré en un solo año,
no sea que, al quedarse desolada la tierra, aumente el número de animales
salvajes y te ataquen. Los desalojaré
poco a poco, hasta que seas lo bastante fuerte para tomar posesión de la
tierra.
DECLARACIÓN DE FE DE
ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
El Señor Jesús es el que habita
en medio de mis alabanzas. Cuando le alabo con todo mi corazón y me alegro en
Su presencia, porque Él es un escudo que impide que el enemigo siga en mi
camino. Dios es quien se levanta en mi defensa. Mis enemigos caen y perecen
ante Su presencia. El Señor Jesús, mi Dios,
se ha mantenido a favor de mi causa. Todos mis enemigos retroceden y
huyen de delante de mí con terror.
Si no has recibido a Jesús tú Señor simplemente has la siguiente
oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti
en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo»
(Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo
venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del
Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra.
Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre
los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como
lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
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