miércoles, 21 de noviembre de 2012

Soy Dichoso en el Señor Jesús, mi Dios


Salmo 144:12-15; Proverbios 3:9-10; Salmo 1:1-3; 33:12; 91:1-2; 128:3; Isaías 46:4; 61:1-3; Deuteronomio 4:39-40; 3 Juan 2-3


Que nuestros hijos,  en su juventud, crezcan como plantas frondosas; que sean nuestras hijas como columnas esculpidas para adornar un palacio. Que nuestros graneros se llenen con provisiones de toda especie.   Que nuestros rebaños aumenten por millares, por decenas de millares en nuestros campos. Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas; que no haya brechas ni salidas, ni gritos de angustia en nuestras calles. ¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto!  ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!

Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas.   Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que escogió por su heredad.

El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.   Yo le digo al Señor: "Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío."

En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo.

Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré.

El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sión. En vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria.

Reconoce y considera seriamente hoy que el Señor es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro.  Obedece sus preceptos y normas que hoy te mando cumplir. De este modo a ti y a tus descendientes les irá bien, y  permanecerán mucho tiempo en la tierra que el Señor su Dios les da para siempre.

Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de  buena salud, así como prosperas espiritualmente. Me alegré mucho cuando vinieron unos hermanos y dieron testimonio de tu fidelidad, y de cómo estás poniendo en práctica la verdad. Nada me produce más alegría que oír que los hijos Dios practican la verdad.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS
Mis hijos son como plantas al cuidado del Señor Jesús, el Gran Maestro de los agricultores. El Señor Jesús el Ungido de Dios les da el crecimiento espiritual a lo largo de sus días.  Mis hijas son como columnas esculpidas que adornan la casa de Dios y son como monumentos que irradian el resplandor de la gloria del Señor Jesús mi Dios. Mis alacenas están llenas hasta rebosar de todo tipo de provisión. Todo lo que produzco aumenta continuamente por miles y decenas de miles. Mis camiones traen carga pesada llena de la abundancia de mi cosecha. Estoy cubierto bajo el manto de Dios y no hay pérdidas de mis cosechas. Nunca estaré en cautividad o gritaré por el peligro en las calles. Mi Padre Celestial es el Señor de los Ejércitos. Y bajo guía del Espíritu Santo, constantemente en torno a Su protección, me mantendré sano, feliz y próspero todos los días de mi vida.  Soy dichoso en el Señor Jesús. Aleluya. Aleluya.  Amen. 
Leer fonéticamente

Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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