domingo, 19 de diciembre de 2010

La Buena Semilla De La Palabra de Dios

Lucas  8:11-15

Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Los de junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que, habiendo oído, reciben la palabra con gozo, pero no tienen raíces; creen por algún tiempo, pero en el tiempo de la prueba se apartan.  La que cayó entre espinos son los que oyen pero luego se van y son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.  Pero la que cayó en buena tierra son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.


He escuchado la Palabra de Dios y he reconocido el señorío de Jesús en mi vida. Doy la bienvenida a la Palabra con gozo y alegría – se arraiga en lo más profundo dentro de mi espíritu, para que cuando las pruebas y las tentaciones de este mundo vengan, no me dejará caer. No permito que ansiedades, preocupaciones, el engaño de las riquezas mundanas, o los placeres del mundo entren y ahoguen  la Palabra de Dios en mi vida.  Pienso continuamente en la Palabra de Dios que está en mi espíritu y la declaro, así el fruto siempre estará presente. Estoy constantemente recogiendo una cosecha de la Palabra de Dios que he sembrado en mi vida. Por mis actos, puedo demostrar que soy buena tierra donde la semilla de la Palabra de Dios florece. Recibo la Palabra de Dios  continuamente y la atiendo con cuidado mientras pacientemente espero mi cosecha.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.