lunes, 10 de septiembre de 2012

Honro al Señor Jesús, así honro al Padre Celestial.


Juan 5:19-30; Juan 3:16-17; 14:12; 16:13; Efesios 2:4-10; 5:1; Proverbios 3:5-6; Salmo 27:11; Hebreos 8:6; Marcos 16:15-20

Respondió entonces Jesús y les dijo: De cierto,  de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo,  sino lo que ve hacer al Padre.  Todo lo que el Padre hace,  también lo hace el Hijo igualmente, porque el Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que él hace;  y mayores obras que estas le mostrará,  de modo que vosotros os admiréis. Como el Padre levanta a los muertos y les da vida,  así también el Hijo a los que quiere da vida,  porque el Padre a nadie juzga,  sino que todo el juicio dio al Hijo,   para que todos honren al Hijo como honran al Padre.  El que no honra al Hijo no honra al Padre,  que lo envió.  De cierto,  de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna,  y no vendrá a condenación,  sino que ha pasado de muerte a vida. De cierto,  de cierto os digo: Viene la hora,  y ahora es,  cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios,  y los que la oigan vivirán.  Como el Padre tiene vida en sí mismo,  así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y,  además,  le dio autoridad de hacer juicio,  por cuanto es el Hijo del hombre.  No os asombréis de esto,  porque llegará la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida;  pero los que hicieron lo malo,  a resurrección de condenación.  No puedo yo hacer nada por mí mismo;  según oigo,  así juzgo, y mi juicio es justo,  porque no busco mi voluntad,  sino la voluntad del Padre,  que me envió.

De tal manera amó Dios al mundo,  que ha dado a su Hijo unigénito,  para que todo aquel que en él cree   no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo,  sino para que el mundo sea salvo por él.

De cierto,  de cierto os digo:  El que en mí cree,  las obras que yo hago,  él también las hará;  y aun mayores hará,  porque yo voy al Padre.

Pero cuando venga el Espíritu de verdad,  él os guiará a toda la verdad,  porque no hablará por su propia cuenta,  sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir.

Pero Dios,  que es rico en misericordia,  por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados,  nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).  Juntamente con él nos resucitó,  y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús,   porque por gracia sois salvos por medio de la fe;  y esto no de vosotros,  pues es don de Dios. No por obras,  para que nadie se gloríe, pues somos hechura suya,  creados en Cristo Jesús para buenas obras,  las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

Sed,  pues,  imitadores de Dios como hijos amados.

Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas.

Enséñame,  Jehová,  tu camino y guíame por senda de rectitud  a causa de mis enemigos.

Pero ahora tanto mejor  ministerio es el suyo,  cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado,  será salvo;  pero el que no crea,  será condenado. Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios,  hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en las manos y,  aunque beban cosa mortífera,  no les hará daño;  sobre los enfermos pondrán sus manos,  y sanarán. Y el Señor,  después que les habló,  fue recibido arriba en el cielo  y se sentó a la diestra de Dios. Ellos,  saliendo,  predicaron en todas partes,  ayudándolos el Señor y confirmando la palabra con las señales que la acompañaban.  Amén

Leer también:
Romanos 8:1:29-30; Deuteronomio 6:5-7; Mateo 6:10; 13:15-16; Isaías 55:11; Colosenses 1:13; 1 Juan 5:11; Gálatas 2:20-21; Filipenses 2:13; Santiago 4:13-16



DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

No puedo hacer el trabajo divino que Dios me encomendó por mí mismo.  Sin el Señor Jesús, mi Dios, no soy nada.  Sin embargo, con El en mi corazón, nada es imposible.  Él me ha dejado Su palabra y Su ejemplo, y me ha dado instrucciones para hacer todas las cosas de la misma manera que El las hace.  Con el Señor Jesús, con el Espíritu Santo como mi Maestro estoy destinado a hacer grandes cosas para la gloria del Señor Jesus.  Mi Padre Celestial me ama entrañablemente y me enseña lo que debo hacer. Él seguirá obrando en y a través de mí que llenan mi corazón de admiración y alegría.  Por la Sangre y la voluntad del Señor Jesús, tengo vida eterna.  He tomado mi posición con Él como un compañero de pacto.  La Palabra de Dios que comparto resucita a los muertos y les da vida.  Creo en el Señor Jesús, en Su Palabra y Su Nombre, por lo tanto nunca seré condenado ni experimentare la ira de Dios.  Honro al Señor Jesús y lo adoro, al igual que a mi Padre Celestial.  Mis oídos se han  abierto para recibir la Palabra de Dios con pleno entendimiento.  He puesto toda mi confianza en el poder de mi Padre Celestial y sé que Su Palabra se cumplirá en mi vida.  Ahora mismo, en este mismo instante, sé que tengo vida eterna porque conozco al Padre Celestial y a Su Hijo.  La sentencia que estaba preparada para mí, el Señor Jesús la tomo.  Por lo tanto, no tengo ninguna condenación, porque he pasado de la muerte a la vida. El Señor Jesús es mi Señor y mi Redentor, lo creo!!  He resucitado a una nueva vida. Hoy practico las buenas obras.  Por mí mismo no soy capaz de hacer nada. Todo lo que hago para el Reino es por la gracia de Dios. Hago todo lo que me enseña y, como buen soldado e hijo de Dios, me apresuro a obedecer Sus órdenes.  No tomo ni una sola decisión apartado de Su consejo.  Todos mis juicios son justos y rectos, porque no busco mi propia voluntad sino la voluntad y el propósito de mi Padre que está en los cielos.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

Nota: Este blog esta todos los días en la misma dirección, búscalo y compártelo con tus amigos y familiares.