jueves, 8 de marzo de 2012

Dios nos escogió en el Señor Jesús desde antes de la fundación del mundo.


2 Tesalonicenses 2:13-17; Romanos 8:28-30, 38-39; Efesios 1:4; 1 Pedro 1:2-3; Juan 17:20-26; Gálatas 5:1; 2 Crónicas 20:20; Salmo 138:3
 
Nosotros, en cambio, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos amados por el Señor, porque desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad. Para esto Dios los llamó por nuestro evangelio, a fin de que tengan parte en la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, sigan firmes y manténganse fieles a las enseñanzas que, oralmente o por carta, les hemos transmitido. Que nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios nuestro Padre, que nos amó y por su gracia nos dio consuelo eterno y una buena esperanza,  los anime y les fortalezca el corazón, para que tanto en palabra como en obra hagan todo lo que sea bueno.

Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.

Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios,  ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes,  ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor

Según la previsión de Dios el Padre, mediante la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser redimidos  por su sangre: Que abunden en ustedes la gracia y la paz.  ¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva

No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos,  para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí. Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo. Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco, y éstos reconocen que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos.

Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes  y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud.

Al día siguiente, madrugaron y fueron al desierto de Tecoa. Mientras avanzaban, Josafat se detuvo y dijo: Habitantes de Judá y de Jerusalén, escúchenme: ¡Confíen en el Señor, y serán librados! ¡Confíen en sus profetas, y tendrán éxito!

Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas.


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Soy profundamente amado por Dios y  Padre. Desde antes del principio de la creación, Él me escogió para ser salvos a través del sacrificio en la cruz y  la obra santificadora del Espíritu Santo ya través de mi fe en la Verdad de Su Palabra. Él me llamó a través del Evangelio del reino de Dios, para que yo pudiera participar en la gloria de mi Señor Jesucristo. Y tomado la decisión de mantenerme firme en EL y escudriñar en toda la Palabra de Dios guiado por el Espíritu Santo para fortalecer mi corazón. Sé que mi Dios y Padre me ama profundamente y por su gracia inmerecida.  ¡Aleluya!

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
hosanna.enriqueibarra@gmail.com

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