2 Tesalonicenses 2:13-17; Romanos 8:28-30, 38-39; Efesios 1:4; 1 Pedro 1:2-3; Juan 17:20-26; Gálatas 5:1; 2 Crónicas 20:20; Salmo 138:3
Nosotros, en cambio, siempre debemos dar gracias a
Dios por ustedes, hermanos amados por el Señor, porque desde el principio Dios
los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la
fe que tienen en la verdad. Para esto Dios los llamó por nuestro evangelio, a
fin de que tengan parte en la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que,
hermanos, sigan firmes y manténganse fieles a las enseñanzas que, oralmente o
por carta, les hemos transmitido. Que nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios
nuestro Padre, que nos amó y por su gracia nos dio consuelo eterno y una buena
esperanza, los anime y les fortalezca el
corazón, para que tanto en palabra como en obra hagan todo lo que sea bueno.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque
a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados
según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los
justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni
los demonios, ni lo presente ni lo por
venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo
profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que
Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos
santos y sin mancha delante de él. En amor
Según la previsión de Dios el Padre, mediante la obra santificadora del
Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser redimidos por su sangre: Que abunden en ustedes la
gracia y la paz. ¡Alabado sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer
de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una
esperanza viva
No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí
por el mensaje de ellos, para que todos
sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también
estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado
la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en
ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el
mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has
amado a mí. Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy.
Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de
la creación del mundo. Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te
conozco, y éstos reconocen que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer quién
eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en
ellos, y yo mismo esté en ellos.
Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto,
manténganse firmes y no se sometan
nuevamente al yugo de esclavitud.
Al día siguiente, madrugaron y fueron al desierto de Tecoa. Mientras
avanzaban, Josafat se detuvo y dijo: Habitantes de Judá y de Jerusalén,
escúchenme: ¡Confíen en el Señor, y serán librados! ¡Confíen en sus profetas, y
tendrán éxito!
Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis
fuerzas.
DECLARACION DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
Soy profundamente
amado por Dios y Padre. Desde antes del principio de la creación, Él me escogió para ser salvos a través del sacrificio en
la cruz y la obra
santificadora del Espíritu Santo ya través de mi fe en la Verdad de Su Palabra. Él me llamó a través del Evangelio del reino de Dios, para que yo pudiera participar en la gloria de mi Señor
Jesucristo. Y tomado la decisión de mantenerme firme en EL y escudriñar en
toda la Palabra de Dios guiado por el Espíritu Santo para fortalecer mi corazón.
Sé que mi Dios y Padre me ama profundamente y por su gracia inmerecida. ¡Aleluya!
Si no has
recibido a Jesús tú Señor simplemente has
la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu
como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.
hosanna.enriqueibarra@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario