jueves, 15 de marzo de 2012

Que el Padre del Señor Jesús sea Glorificado en todo.


1 Pedro 3:8-12; Juan 17:20-26; Efesios 4:1-6; 1 Juan 4:7-21; 5:14-15; Romanos 12:9-21; Deuteronomio 33:12; Génesis 15:1
 
Más que nada, permanezcan amándose el uno al otro firmemente; porque el amor cubre una inmensidad de pecados. Recíbanse el uno al otro en sus casas sin murmuración. Así como cada uno ha recibido algún don en el espíritu, lo debe usar para servir a los otros, como buenos administradores del polifacético favor de YAHWEH; si alguien habla, que hable las Palabras de YAHWEH; si alguien sirve, que lo haga por el poder que YAHWEH suple; para que en todo YAHWEH sea glorificado mediante Jesús el Ungido Su Hijo, a El la Gloria y el Poder por siempre y para siempre. Amen.

No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.  Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí. Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo. Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco, y éstos reconocen que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos.

Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido,  siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor.  Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.

Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.   Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.  Nadie ha visto jamás a Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre  nosotros su amor se ha manifestado plenamente. ¿Cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros? Porque nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y declaramos que el Padre envió a su Hijo para ser el Salvador del mundo. Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.  Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que  permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. Ese amor se manifiesta plenamente  entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero. Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.  Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano.

Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye.  Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.

Acerca de Benjamín dijo: «Que el amado del Señor repose seguro en él, porque lo protege todo el día y descansa tranquilo entre sus hombros.»

Después de esto, la palabra del Señor vino a Abram en una visión: No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa

Palabra de Apoyo:
Gálatas 6:7-9; Salmo 5:11-12; 34:12-16; 2 Corintios 5:21; ; Isaías 55:11; Jeremías 1:12

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Vivo en paz y armonía con mis hermanos en Cristo. Soy comprensivo de sus necesidades, y amo como a los miembros de mi propia familia. Sigo siendo cortés y respetuoso con ellos, y  muestro compasión por ellos en todo momento. No devuelvan mal por mal, o insulto, sino que siempre tengo en  mente de bendecirlos. Veo las cosas a través de los ojos de mi Padre Celestial y en la constante búsqueda de bendecir a estas personas, independientemente de cómo me tratan. Para esto he sido llamado (bendecir a otros), que plantar las semillas que producen una cosecha abundante que bendicen mi propia vida.  Me abstengo de hablar mal. Digo la verdad en todo momento y no permitir que la mentira o el engaño formen parte de mi diario vivir.  Me aparto del mal y sólo se hacer lo que es bueno. Busco la paz y corre tras ella con todo mi esfuerzo. Soy la justicia de Dios en Cristo Jesús mi Señor.
 Y ha El sea toda la Gloria.  ¡Aleluya! Amen.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
hosanna.enriqueibarra@gmail.com

Nota: Este blog esta todos los días en la misma dirección, búscalo y compártelo con tus amigos y familiares.