domingo, 31 de julio de 2011

El Señor Jesús me ha reconocido delante de los ángeles de Dios.


Lucas 12:8, 15:10; Hebreos 1:14, 2:11; Salmo 91:10-11; Romanos 1:16, 8:29
  
Les aseguro que a cualquiera que me reconozca delante de la gente, también el Hijo del hombre lo reconocerá delante de los ángeles de Dios.

Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles  por un pecador que se arrepiente. 

¿No son todos los ángeles espíritus dedicados al servicio divino, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación?

 Tanto el que santifica como los que son santificados tienen un mismo origen, por lo cual Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos,

Ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar. Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos.

A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles.

Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

Que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.



DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Confieso abiertamente que soy un hijo nacido de nuevo del Dios viviente. El Espíritu Santo ha hecho morada dentro de mí y Jesús se ha convertido en mi Señor y Dios. El Señor Jesús se ha levantado antes de que todos los ángeles en el cielo y me reconoció como su hermano. Todos los ángeles del cielo saben mi nombre y me gozo en la salvación que me ha dado. Ellos están contentos de ministrarme todo lo que necesito, mientras camine en esta tierra.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

sábado, 30 de julio de 2011

El Señor Jesús reprende al viento y ordena el mar



Marcos 4:37-40; Josué 1:5-9;  Hebreos 10:35-11:1; Salmo 91:10; Marcos 11:22-25  
Se desató entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse.  Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron.  —¡Maestro! —Gritaron—, ¿no te importa que nos ahoguemos?   Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: — ¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo. — ¿Por qué tienen tanto miedo? —  dijo a sus discípulos—. ¿Todavía  no tienen fe?

Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados.  Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito.   Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.

Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido.  Pues dentro de muy poco tiempo, el que ha de venir vendrá, y no tardará.  Pero mi justo  vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado. Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.


Ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar.

—Tengan fe en Dios —respondió Jesús—.  Les aseguro  que si alguno le dice a este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar”, creyendo, sin abrigar la menor duda de que lo que dice sucederá, lo obtendrá.  Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Cuando las circunstancias y las tormentas de la vida han llegado al máximo y no vemos ninguna luz de esperanza en el mundo natural, no voy a tener ningún temor. He aprendido en la Palabra de Dios, que debo de poner mi confianza en mi Señor Jesús, y no en las cosas que se ven, o se sienten. La Palabra de Dios es verdad y permanece para siempre, y lo que se siente de este mundo es una verdad pasajera, y no importa como sea la dificultad, el Señor Jesús está conmigo y me da la certeza que con El saldré victorioso y no sufriré ningún daño. 
 

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Mi corazón medita con llenura de la Palabra de Dios al responder.

Proverbios 15:28-30; 1 Pedro 3:15; Filipenses 4:4; Nehemías 8:10; Números 14:8; Salmo 107:20
El corazón del justo medita sus respuestas, pero la boca del malvado rebosa de maldad. El Señor se mantiene lejos de los impíos, pero escucha las oraciones de los justos.  Una mirada radiante alegra el corazón, y las buenas noticias renuevan las fuerzas.

Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes.

Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!

Luego Nehemías añadió: «Ya pueden irse. Coman bien, tomen bebidas dulces y compartan su comida con quienes no tengan nada, porque este día ha sido consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, pues el gozo del Señor es nuestra fortaleza.»

Si el Señor se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel!

 Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


Medito mi respuesta antes de responder con la Palabra de Dios. Me peso cada una de mis palabras con cuidado al hablar y para poder darle gloria a el Señor Jesús. Soy  un hombre de muchas sonrisas y un semblante alegre. Soy conocido por dar las buenas nuevas del Evangelio de Dios. Cuando hablo, comparto la salud,  la alegría a los que me oyen y cuando exhorto lo hago con templanza y amor.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

viernes, 29 de julio de 2011

Dios envió a Su Hijo al mundo para que por Él sea Salvo.



Juan 3:14-21; Efesios 1:4; Tesalonicenses 2:13; Romanos 10:8-10; Santiago 1:22-25; Colosenses 1:29
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado: Para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que haya dado a su Hijo unigénito; para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo, para que condene al mundo; sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; más el que no cree, ya es condenado; porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios.  Y esta es la condenación, que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz, y no viene a la luz, porque sus obras no sean redargüidas. Mas el que obra verdad, viene a la luz, para que sus obras sean hechas manifiestas, porque son hechas en Dios.

Según que nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos, y sin mancha delante de él en amor.

Mas nosotros debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, amados del Señor, de que Dios os haya escogido, desde el principio, para salud, por medio de la santificación del Espíritu, y la fe de la verdad

Mas ¿qué dice? Cercana te está la palabra, es a saber, en tu boca, y en tu corazón. Esta es la palabra de fe la cual predicamos: Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para alcanzar justicia; y con la boca se hace confesión para salud.

Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno oye la palabra, y no la pone por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural: Porque él se consideró a sí mismo, y se fue; y luego se olvidó qué tal era. Mas el que hubiere mirado atentamente en la ley perfecta que es la de la libertad, y hubiere perseverado en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho.

A cuyo fin también yo trabajo, luchando según la energía de él, la cual obra en mí poderosamente.



DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Jesús fue levantado en la cruz, acto de amor por toda la humanidad para que por El podamos tener vida eterna en Jesús. Dios miró hacia la tierra a través de los siglos, me vio,  tubo misericordia, se compadeció porque me encontraba en maldición y muerto espiritualmente, me amó tanto que dio a su Hijo unigénito, Jesucristo, para que no me pierda, mas tenga vida eterna. Dios no envió a Jesús al mundo para juzgarme y condenarme, porque estaba en el mundo ya estaba maldecido por pecado y condenado, sino que vino a redimir, santificar, justificar y darle sabiduría a todo aquel que en El cree. He creído. Yo creo en Jesús con todo mi corazón. Nunca he de ser juzgado, rechazado o condenado por los pecados de mi pasado. He sido libre de la condenación y la maldición. Hoy la Luz del Señor Jesús ha venido y me ha encantado la Luz. ¡Por todos los mis hechos pude ser condenado por el mundo pero he sido justificado por la sangre del Cordero de Dios! Estoy en la verdad. Y todas mis obras se muestran claramente lo que son, dándole gloria a Señor Jesús.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.