lunes, 3 de octubre de 2011

Hoy es el instante de darle Gloria y Honor al Señor Jesús.


 Juan 12:23-26, 14:3, 3:12, 10:24; 1Corintios 15:36; Romanos 8:28-30; Efesios 1:13-14; Hebreos 13:5-6
Él les contestó: -Ha llegado el momento de que el Hijo del hombre reciba honor. Te digo la verdad: si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, sigue siendo el mismo grano. Pero si cae en la tierra y muere, produce muchos granos.  El que ama su vida, la perderá. Pero el que odie su vida en este mundo, la salvará. Tendrá vida para siempre.  El que quiera servirme, debe seguirme. Donde yo esté, allí también estará mi siervo. Al que me sirva, el Padre lo honrará.

 Y si voy y preparo un lugar para ustedes, regresaré. Los llevaré conmigo para que estén donde estoy yo.

Les he hablado sobre lo que ocurre aquí en la tierra y ustedes no creen. Entonces, ¿cómo van a creer si les hablo de lo que ocurre en el cielo?

Los líderes judíos lo rodearon y le dijeron: ¿Cuánto tiempo más nos vas a tener en suspenso? Si eres el Cristo, dínoslo ya.

¡Qué pregunta tan tonta! La semilla no germina a menos que muera, ¿verdad?

Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su propósito.  Dios los conocía antes de que el mundo fuera creado. Él decidió que fueran como su Hijo y quería que el Hijo fuera el mayor de muchos hermanos.  Dios decidió que serían como su Hijo, por eso los escogió por adelantado y los aprobó dándoles su gloria.

Esto mismo sucede con ustedes: oyeron el mensaje de la verdad, o sea, las buenas noticias sobre la salvación y creyeron en Cristo. Por medio de él, Dios les puso el sello del Espíritu Santo que había prometido.  El Espíritu es como un adelanto o una garantía de que recibiremos lo que Dios prometió. La promesa de Dios llegará cuando se complete nuestra liberación, y así podremos alabar a Dios por su grandeza.

No amen el dinero, sino conténtense con lo que tienen. Porque Dios dijo: Nunca te abandonaré ni te dejaré solo. Así podremos decir con seguridad: El Señor es mi ayuda. No tendré miedo. ¿Qué daño puede hacerme un simple mortal?


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


El Señor Jesús es exaltado y glorificado en mi vida.  Él sembró Su propia vida como si fuera una semilla que al ser sembrada en la tierra, o sea al morir,  Él ha producido muchos otros como Él mismo, con una rica cosecha de hijos e hijas de Dios.  Yo soy uno de esos hijos.  He dado mi vida [cada parte de ella] a Jesús.  En El mi vida se conserva para la eternidad.  Le sirvo de todo corazón,  sigo Su ejemplo y hago las cosas que Él me ha encargado hacer.  Donde quiera que yo esté, ahí también esta Jesús.  A causa de mi amor por Jesús y al compromiso de servirle,  mi Padre Celestial me honra y me considera como alguien de gran valor en Su Reino.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan
3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv