miércoles, 16 de mayo de 2012

Mi herencia por siempre eres Tu mi Señor Jesús.


Salmo 119: 64-68; Levíticos 26:9; Hebreos 8:6; 10:25; Deuteronomio 4:29; 28:1; Salmo 5:11-12; 27:11; Hechos 16:25; Mateo 4:1-11; Ezequiel 22:30

 

¡Mi herencia eres tú, Señor! Prometo obedecer tus palabras. De todo corazón busco tu rostro; compadécete de mí conforme a tu promesa. Me he puesto a pensar en mis caminos, y he orientado mis pasos hacia tus estatutos. Me doy prisa, no tardo nada para cumplir tus mandamientos.  Aunque los lazos de los impíos me aprisionan, yo no me olvido de tu ley. A medianoche me levanto a darte gracias por tus rectos juicios. Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que observan tus preceptos.  Enséñame, Señor, tus decretos; ¡la tierra está llena de tu gran amor!

 

Yo les mostraré mi favor. Yo los haré fecundos. Los multiplicaré, y mantendré mi pacto con ustedes.

Pero el servicio sacerdotal que Jesús ha recibido es superior al de ellos, así como el pacto del cual es mediador es superior al antiguo, puesto que se basa en mejores promesas.

No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca.

Pero si desde allí buscas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás.

Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra.

Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio; ¡que canten siempre jubilosos! Extiende tu protección, y que en ti se regocijen todos los que aman tu nombre. Porque tú, Señor, bendices a los justos; cual escudo los rodeas con tu buena voluntad.

Guíame, Señor, por tu camino; dirígeme por la senda de rectitud, por causa de los que me acechan.

 A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban.

Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo lo sometiera a tentación.  Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.  El tentador se le acercó y le propuso: --Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan.  Jesús le respondió: --Escrito está: 'No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del templo, y le dijo: --Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Porque escrito está: 'Ordenará a sus ángeles que te sostengan en sus manos, para que no tropieces con ninguna piedra.  --También está escrito: No pongas a prueba al Señor tu Dios --le contestó Jesús. De nuevo lo tentó el diablo, llevándolo a una montaña muy alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor.  --Todo esto te daré si te postras y me adoras. --¡Vete, Satanás! --le dijo Jesús--. Porque escrito está: Adorarás al Señor tu Dios, y a él sólo servirás.  Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles acudieron a servirle.

Yo he buscado entre ellos a alguien que se interponga entre mi pueblo y yo, y saque la cara por él para que yo no lo destruya. ¡Y no lo he hallado!


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Mi maestro es el mejor, y es el Señor Jesús mi Dios, quien  ha  creado por Su Palabra los cielos y la tierra.  El Señor Jesús es mi tutor.  Él me ha librado de una vida llena de agitación, perdido sin rumbo y me ha mostrado el Camino para vivir en Su paz y con dirección a El. El bien me es revelado por Su Palabra. Por Él he aprendido a guardar el conocimiento de la Palabra de Dios en mi corazón.  Dios es bueno y todo lo que el Señor Jesús hace por mi es bueno. Con Él como mi Maestro, y Su Espíritu como guía estoy caminado por la senda de Su sabiduría, cambiando mi vieja manera de pensar. Para vivir de acuerdo a Su voluntad y en paz.  Aleluya. Amén

Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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