martes, 21 de agosto de 2012

El Señor Jesús es mi Luz que trae Salvación


Isaías 60:17-21;  Efesios 2:4-10; Salmo 91; Romanos 8:28-29; 2 Corintios 5:21; Isaías 64:8

Te traeré oro en vez de bronce, plata en vez de hierro, bronce en vez de madera y hierro en vez de piedras. Nombraré como tu supervisor a la paz y como gobernante a la justicia salvadora.  Ya no se oirá más de violencia en tu tierra, ni de ruina y destrucción en tus fronteras. Llamarás a tus murallas “Salvación”, y a tus puertas, “Alabanza”.  El sol no te alumbrará más de día ni el brillo de la luna de noche. Porque el Señor será luz eterna para ti y tu Dios será tu gloria.  Tu sol no se ocultará más y la luna no disminuirá su brillantez. Porque el Señor será tu luz eterna y tus días de luto terminarán.  Todo tu pueblo será honesto y poseerán para siempre la tierra. Ellos son la planta que yo planté, el trabajo de mis manos que muestra mi grandeza.

Pero la compasión de Dios es muy grande, y él nos amó con un inmenso amor. Estábamos muertos espiritualmente a causa de nuestras ofensas contra Dios, pero él nos dio vida al unirnos con Jesucristo. Fíjense, ustedes fueron salvos sólo gracias a la generosidad de Dios.  Él nos levantó de la muerte junto con Cristo y nos sentó junto a él en el cielo.  Dios hizo esto para mostrar en el futuro su inmensa generosidad siendo bondadoso con nosotros a través de Jesucristo.  Ustedes fueron salvos gracias a la generosidad de Dios porque tuvieron fe. No se salvaron a sí mismos, su salvación fue un regalo de Dios.  La salvación no es algo que ustedes hayan conseguido pues nadie puede decir que se salvó a sí mismo.  Nosotros somos obra de Dios, fuimos creados por Cristo para hacer el bien tal como Dios ya lo tenía planeado.

El que habita a la sombra del Altísimo, se acoge a la protección del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza. Dios mío, confío en ti».  Dios te salvará de los peligros escondidos y de las enfermedades peligrosas; pues te protegerá con sus alas y bajo ellas hallarás refugio. Su fidelidad será tu escudo y tu muralla protectora.  No te atemorizarán los peligros de la noche, ni las flechas que se lanzan en el día; tampoco las plagas que llegan en la noche, ni las epidemias que a plena luz del día causan destrucción.  Mil caerán muertos a tu izquierda y diez mil a tu derecha, pero a ti no te sucederá nada.  Sólo fíjate y verás que los perversos recibirán su merecido.  Porque tú confiaste en el Señor e hiciste que el Altísimo fuera tu protección.  Nada malo te sucederá, ni habrá enfermedades en tu casa.  Porque él dará orden a sus ángeles para que te protejan a dondequiera que vayas. Ellos te levantarán con sus manos para que no te tropieces con piedra alguna.  Pisotearás leones y serpientes venenosas, triunfarás sobre cachorros de león y dragones.   «Yo lo salvaré porque confió en mí; lo protegeré porque reconoce mi nombre.   Me llamará y yo le responderé; estaré con él cuando se encuentre en dificultades; lo rescataré y haré que le rindan honores.  Haré que disfrute de una larga vida y le mostraré mi salvación».  

 Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su propósito.   Dios los conocía antes de que el mundo fuera creado. Él decidió que fueran como su Hijo y quería que el Hijo fuera el mayor de muchos hermanos.

Aunque Cristo no tenía ningún pecado, Dios lo hizo cargar con los nuestros para que por medio de él fuéramos declarados inocentes ante Dios.

Pero así y todo, tú eres nuestro Padre. Nosotros somos la arcilla y tú el alfarero. Todos nosotros somos obra de tus manos.


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

El Señor Jesús hace que la paz sea mi supervisor y la justicia mi gobernador.  El Señor Jesús quita la violencia de mi vida y no permite que la ruina y la destrucción entren a mi vida y a mi alrededor.   Mis paredes son la salvación y mi alabanza puertas.  El Señor Jesús es  mi Luz eterna y mi gloria.  La luz de mi vida nunca se desvanecerá y mis días de dolor han terminado.  Soy la justicia de Dios en Cristo Jesús, y poseeré la tierra para siempre.  Soy una vasija en las manos del Alfarero,  hechura de Dios creado para mostrar Su esplendor al mundo entero.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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